viernes, 3 de febrero de 2023

Pancho Villa y Tomás Urbina: anécdota

Urbina era un mestizo tarahumara, nativo de la Congregación de las Nieves, en Durango. Tenía ocho años más que Pancho Villa, cuando se conocieron. Era hijo de padre desconocido, y de Refugio Urbina Reyes. Era iletrado, de joven se ganó la vida como peón de hacienda, luego como contratista en una manufacturera de adobes, por quincena o por mes. En verano era adobero y ladrillero, pero en invierto cuando no había trabajo en la construcción, se dedicaba al abigeato. Se casó en 1896, con Juana Lucero, se dice que debía muchas vidas, entre ellas, la de un español de apellido Ramírez de Canutillo. Se dice que la sierra, el sotol y la acordada, lo hicieron como era. Era descrito como arisco, hosco y hostil. Era un hombre fornido, de estatura mediana, de piel color oscuro-caoba, barba negra y dispersa hasta los pómulos, que no ocultaban del todo la ancha boca. Durante esos años, Urbina fue amigo, compadre y compañero de Pancho Villa. Una de tantas anécdotas que Villa le gustaba contar sobre su compadre, era que Urbina era de sueño pesado. En una ocasión que los andaban persiguiendo los rurales, Pancho Villa trató de despertar a Tomás Urbina, sin conseguirlo. Cuenta que le disparó dos tiros cerca de la oreja, y ni así despertó. Finalmente terminó amarrándolo al caballo, y se escaparon por la sierra. Todo el tiempo que duró la fuga, Urbina siguió durmiendo plácidamente. 

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