Sara María Aldrete Villareal, estudió educación física en Texas, siempre se caracterizó por ser una buena estudiante. Nadie hubiera pensado que Sara Aldrete sembraría el terror en Matamoros, junto con la banda criminal apodada “Los Narcosatánicos”; esta organización criminal fue acusada de secuestrar y matar a más de 17 personas en ritos satánicos.
En 1988 Sara conoció a Adolfo de Jesús Constanzo, Adolfo era un joven cubano practicante de santería y Palo Mayombe.
En 1988 Sara conoció a Adolfo de Jesús Constanzo, Adolfo era un joven cubano practicante de santería y Palo Mayombe.
Matamoros, se convirtió en la residencia de los "Narcosatánicos". Vivían en el Rancho Santa Elena.
Algunas personas comenzaron a desaparecer en circunstancias muy extrañas, un joven estadounidense llamado Mark no se le volvió a ver después de una noche de copas.
La madrugada del 9 de abril de 1989, una camioneta que circulaba a exceso de velocidad, no realizó el alto obligatorio para la correspondiente revisión de la policía, por el contrario, el conductor aceleró y emprendió la huida.
La policía fue detrás del vehículo, y tras una larga persecución, los oficiales detuvieron a David Serna Valdez a las afueras del Rancho Santa Elena.
Tras horas de interrogatorios, el miembro de “Los Narcosatánicos” confesó todo, comenzaron a caer más colaboradores y confirmaron que el rancho era utilizado para realizar rituales satánicos. Todos eran comandados por Adolfo de Jesús y por Sara Aldrete.
Una vez que la policía entró al rancho, encontraron con horror un caldero de hierro que contenía sangre seca y partes humanas.
“El Padrino”, como le llamaban a Constanzo, creía, y convenció a toda su banda, que tomar la “poción” contenida en el caldero, haría que el que la bebiera, desarrollara invisibilidad y resistencia a las balas.
En el rancho también encontraron restos de 17 cuerpos humanos; a algunos de ellos les habían extirpado el cerebro y corazón, mientras que otros habían sido descuartizados y sus columnas vertebrales arrancadas, estas eran usadas por Constanzo como collares; a manera trofeos.
Pese a que varios de los miembros de la secta fueron detenidos en aquella captura, la policía aún no encontraba a los líderes: Adolfo y a “La Madrina” Sara Aldrete.
Adolfo Constanzo se ganaba la vida leyendo el tarot a influyentes personas en el mundo de la política y la farándula. Cuando la policía encontró los cadáveres dentro del Rancho de Constanzo, esté trató de negociar con las autoridades. Los amenazó con revelar nombres de empresarios, políticos y famosos que estaban involucrados en los rituales.
El 6 de mayo de 1989 todo terminó. Constanzo y sus miembros más fieles fueron localizados por la policía en la Ciudad de México.
“El Padrino”, que vivía en un modesto edificio de la calle Río Sena, disparó a la policía, junto con sus aliados desde la ventana. Al verse acorralado, Constanzo pidió a un colaborador que le disparara antes de que la policía entrara.
En el acto, “El Padrino” y dos de sus seguidores pusieron fin a su vida. Sara Aldrete, que también se encontraba con ellos, no se suicidó. La policía la arrestó y la condenó a 647 años de prisión.
Sara ha dicho más de una vez que ella no era cómplice de los Narcosatánicos, sino una víctima más, pero las autoridades no creyeron su versión y desde hace varias décadas permanece encarcelada.
Fuente: Excelsior
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