Shōichi Yokoi fue un sargento del Ejército Imperial Japonés presente en la Segunda Batalla de Guam de 1944, durante la Segunda Guerra Mundial. Tras finalizar la batalla, varios soldados japoneses se internaron en la jungla e ignoraron la derrota japonesa. El último, el sargento Yokoi vivió en una caverna durante 28 años. Esta es parte de su increíble historia.
Yokoi nació en Saori el 31 de marzo de 1915. En su juventud fue aprendiz de sastre hasta su reclutamiento en 1941.
Fue llamado al servicio activo por el ejército japonés en 1941. Inicialmente sirvió con la 29ª división de infantería en Manchukuo. En 1943 lo transfirieron al 38º regimiento, destacado en las Islas Marianas. Arribó a Guam en febrero de 1943.
La larga pesadilla de Yokoi comenzó en julio de 1944, cuando las fuerzas armadas estadounidenses tomaron Guam como parte de su ofensiva contra los japoneses en el Pacífico. Los combates fueron intensos, con un alto número de víctimas en ambos lados.
Una vez que se interrumpió la línea de mando japonesa, Yokoi, y otros de su pelotón, quedaron librados a su propia iniciativa. Fue entonces cuando cerca de 10 soldados -incluyendo a Yokoi- se internaron en la jungla.
En los primeros años, los soldados japoneses, pronto reducidos a unos seis o siete, capturaban y mataban ganado para alimentarse, además de sapos venenosos, anguilas de río y ratas.
Por temor a que los detectaran las patrullas estadounidenses, al principio, y, después, los cazadores del lugar, poco a poco se fueron retirando hacia la profundidas de la selva.
Siete de los militares originales finalmente se fueron alejando. Solo tres permanecieron en la región. Más tarde, estos tres últimos se separaron y se visitaban hasta alrededor de 1964, cuando Yokoi encontró a sus dos amigos muertos, aparentemente de hambre. Los siguientes ocho años vivió totalmente solo.
Yokoi fabricó una trampa con juncos para cazar anguilas. También se cavó un refugio subterráneo, sostenido por fuertes cañas de bambú. Mantenerse ocupado le ayudó a no pensar demasiado en su situación o en su familia en Japón.
En la noche del 24 de enero de 1972, Yokoi fue descubierto por dos hombres de la localidad que estaban revisando sus trampas de camarones en un afluente del río Talofofo. Los dos hombres habían asumido inicialmente que Yokoi era un aldeano de Talofofo (al este de la isla de Guam).
Dos semanas después de su rescate en la selva, Yokoi volvió a casa, y fue recibido como un héroe. “Es vergonzoso, pero he vuelto”, dijo Yokoi en su regreso a su país. Esta frase se convertiría en un dicho popular en Japón.
La prensa lo asediaba, lo entrevistaron en radio y televisión y era invitado regularmente a hablar en universidades y escuelas de todo el país.
El ex soldado nunca pudo acostumbrarse a la vida moderna de Japón. El enorme progreso económico de su país, tras la guerra, no le causaba ninguna impresión y, una vez, al ver un billete de 10.000 yenes, dijo que la moneda había perdido todo su valor.
Yokoi entró en un proceso progresivo de nostalgia a medida que envejecía y, antes de su muerte, en 1997, regresó a Guam en varias oportunidades.
Algunas de sus principales posesiones de aquellos años en la selva, incluyendo sus trampas para anguilas, todavía se hallan en exposición en un pequeño museo de la isla.
Fuente: Culturizando.com
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