El domingo 23 de abril de 1989, Carlos Jonguitud Barrios amanecío agripado. La noche anterior había recibido una llamada del secretario de Educación Pública, Manuel Bartlett Díaz, para pedirle que lo invitara a desayunar al día siguiente. A las 9 de la mañana, en una casa ubicada en la colonia Pedregal de San Ángel de la ciudad de México, el líder del magisterio recibió al funcionario.
Aquel encuentro tenía como propósito anunciar la decisión que Carlos Salinas de Gortari había tomado la tarde anterior.
El ocaso del liderazgo político de Carlos Jonguitud estaba acompañado por un mal físico que, en sus peores momentos, le impedía controlar el movimiento de sus músculos. A finales de 1988 los médicos le habían detectado "miastenia gravis"; una enfermedad neuromuscular crónica que paraliza el movimiento voluntario de los músculos de sus víctimas.
La tarde anterior a ese desayuno se había celebrado una reunión en una oficina de Salinas de Gortari, donde estuvieron: Fernando Gutiérrez Barrios, Manuel Camacho Solís, José María Córdoba Montoya y Manuel Bartlett Díaz. La reunión tenía un punto único: hallar una solución al conflicto magisterial que entre los meses de enero y abril había parado la actividad docente de cerca de medio millón de maestros. La CNTE logro sacar por esas fechas a decenas de Miles de profesores a la calle, para demandar un incremento de 100 por ciento en el salario y exigir la democratización de la vida política en el sindicato oficial, el SNTE.
Días antes al desayuno con Bartlett, el 19 de abril, Carlos Jonguitud ya había ofrecido su renuncia al secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios. Muy bien sabía que no tenía posibilidad alguna de oponerse a una decisión presidencial. El líder contaba con un disuasivo argumento para alimentar sus reflexiones: la forma como Salinas había procedido dos meses atrás en contra del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, mejor conocido como la "Quina". Carlos Salinas de Gortari ordenó a Manuel Bartlett y a Manuel Camacho traer a Los Pinos a Carlos Jonguitud, y a Elba Esther Gordillo.
Bartlett y Jonguitud entraron puntualmente tomados del brazo a la casa Lázaro Cárdenas, que se encuentra dentro de Los Pinos. Fue ahí, en la planta baja de esa blanca edificación, donde la curiosidad de Carlos Jonguitud no pudo esperar más: "¿Qué quiere el presidente de mí?", Bartlett respondió que necesitaban su renuncia. Jonguitud bajó la mirada y realizó una última pregunta: "¿Quién va a sucederme?", La respuesta fue breve: Elba Esther Gordillo.
Al escuchar el nombre de quién hubiera sido su compañera política en más de una batalla, los ojos del líder magisterial hicieron agua. Sólo él sabrá si fue por rabia o por despecho que sus lagrimales reaccionaron de aquella manera.
Fuente: Libro "Los Socios de Elba Esther" de Ricardo Raphael.
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