domingo, 13 de noviembre de 2016

El general incómodo

Antes de la ejecución del general Mario Arturo Acosta Chaparro, llamado por Anabel Hernández en su libro "Los señores del narco" como el "General X", había iniciado investigaciones en privado por el secuestro del millonario político-abogado Diego Fernández de Cevallos, siendo invitado por la familia para asumir una segunda investigación, ya que no tenían confianza en el gobierno de su mismo partido político. El desenlace fatal tuvo lugar el 20 de Abril de 2012, dos sujetos abordo de una motocicleta, lo estuvieron siguiendo hasta lograr ubicarlo en un taller donde tenía pensado el general encomendar el arreglo de un auto de colección. Cuando el general y otros amigos estaban conversando con el mecánico, paso un individuo de sudadera blanca, llegando hasta la parte delantera de una camioneta, y regresando repentinamente en posición de tirador para ejecutar por la espalda al general. Ya antes había tenido un atentado donde había recibido cuatro impactos de bala, pero el destino caprichoso, decidió que aún no era la hora.

El general en retiro fue famoso por su temperamento y su palabra, pero también se conoció que fue un enviado constante del gobierno de Felipe Calderón para negociar con los principales narcotraficantes del país. Se reunió con "El Chapo Guzmán", "El Mayo Zambada", "El Azul", "Nacho Coronel", "El Z40", "El JL", "El Z42", "Los hermanos Beltrán Leyva", "El Chayo", "El Chango" entre otros, con un solo fin, que realizarán un pacto de paz y alto al fuego, que operarán pero sin ejecuciones y escándalos, porque la comunidad internacional cuestionaban duramente al gobierno de Calderón por tener un sangriento país lleno de muertos.

Se manejan dos hipótesis en la ejecución del general, la primera que el crimen organizado lo ejecutaron por no cumplir promesas hechas en las reuniones, se decía que el "Mayo Zambada"  le había puesto precio a su cabeza, y que el ejecutor sería el joven sicario del barrio bravo de Tepito, Eduardo Trejo Ponce "El Lalito", quien ya había ejecutado a mandos de la SSP federal. Se decía que utilizarían artillería pesada para aniquilar al general, pero al seguirlo y ubicarlo se dieron cuenta de su vulnerabilidad. Y la segunda, que el general estaba cooperando con la DEA para dar nombres de políticos, generales, policías y demás personas públicas inmiscuidos con el narcotráfico. Que se presentaría en la televisión estadounidense para externas sus experiencias vividas y hablar de las reuniones que fueron ordenadas por Calderón Hinojosa.

Antes de hacer esas acciones lo mandaron callar a la tumba.

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