El origen del problema radica en que hay dos pueblos en un mismo territorio y ambos lo reclaman como propio. Los israelíes consideran que les pertenece porque dicen que les ha sido legado por dios como figura en el Antiguo Testamento y porque siempre hubo judíos.
Los palestinos, por su parte, dicen que les pertenece porque viven allí desde hace siglos. Para los israelíes la creación del Estado de Israel representa la respuesta a la persecución que han vivido los judíos a lo largo de toda su historia y consideran que es la única garantía que tienen para que no los persigan nunca más.
A los judíos europeos que tuvieron la idea de crear un Estado judío en el siglo XIX no les interesó demasiado que en ese territorio hubiera gente, porque su principal preocupación era resolver el problema de las persecuciones contra los judíos. También hay que decir que en sus comienzos, sabían muy poco de lo que sucedía en el Medio Oriente, un mundo casi desconocido para muchísimos europeos.
Lo poco que se conocía provenía de los testimonios de algunos aventureros que se animaban a viajar y luego escribían novelas, o de historiadores que habían acompañado alguna incursión militar. Por el otro lado, los árabes-palestinos tampoco sabían demasiado de lo que pasaba en Europa ni de las persecuciones que sufrían los judíos. Nunca formaron parte de las experiencias coloniales que ocuparon casi todo el planeta (sino que las sufrieron) y a principios del siglo XX casi no tenían acceso al conocimiento de ese mundo que les era ajeno y desconocido. Miles de judíos comenzaron a llegar a Palestina con la idea de construir un Estado sólo para judíos a fines del siglo XIX y principios del XX. Cuando los árabes-palestinos percibieron que los judíos querían ese territorio sólo para ellos trataron de impedirlo pero no lo lograron. En 1948 nació el Estado de Israel, otorgándole una nueva identidad ciudadana a esos judíos, que pasaron a ser conocidos como israelíes o judíos-israelíes. La mayoría de los israelíes preferiría que no hubiera ningún árabe en el territorio que reclaman como propio; pero están. Y la mayoría de los árabes-palestinos preferiría que allí no hubiera ningún judío; pero están. El conflicto persiste hasta el día de hoy porque no hay un acuerdo sobre qué porción del territorio le corresponde a cada uno, o si pueden compartirlo.
La historia de los judíos y los árabes fue durante siglos una relación entre comunidades religiosas. Como la mayoría de los árabes profesa el islam, su relación hacia los judíos era -y aún es- en función de su pertenencia religiosa individual y comunitaria. Hay que aclarar también que la mayoría de los musulmanes no son árabes, y ni siquiera hablan el idioma árabe, salvo cuando rezan, y que el país musulmán más numeroso es Indonesia, que no es árabe, como tampoco lo son Turquía o Irán. Pero como el islamico en tierras árabes se suele confundir al islam con lo árabe.
El islam se desarrolló tomando muchos elementos de la religion judía, incluso sus profetas, que también venera, como Abraham o Moisés. Sin embargo, la historia del islam como la de casi todas las religiones es muy contradictoria. En muchos de sus textos sagrados o dichos de sus teólogos se pueden encontrar frases elogiosas hacia los judíos, pero también otras denigrantes.
Sería incorrecto ofrecer la imagen idealizada de una relación egemónica entre judíos y musulmanes, porque hubo problemas a lo largo de la historia. Sin embargo, hay que destacar que en el mundo islámico no hubo nada parecido a la expulsión masiva de judíos que se produjo en España durante el reinado de los reyes Ferrnando e Isabel a fines del siglo XV en el marco de lo que fue conocido como la Santa Inquisición. Tampoco nada parecido a las persecuciones y matanzas de judíos en Rusia durante el siglo XIX y comienzos del XX, que convirtieron a la palabra pogrom, de origen ruso, en sinónimo de persecución y masacre contra judíos. Más aun, el término antisemitismo, entendido como el odio hacia los judíos, es de origen europeo y ni siquiera tiene un equivalente en el idioma árabe. Y mucho menos hubo en lugares habitados por una mayoría musulmana algo comparable a la barbarie moderna, industrial y planificada del exterminio de judíos en Europa durante el holocausto nazi con sus campos de concentración, que eliminaron a unos seis millones de judíos.
La convivencia de judíos y árabes se vio alterada en el Medio Oriente a fines del siglo XIX y principios del XX con la aparición del movimiento sionista, que planteó la creación de un Estado sólo para judíos en el corazón del mundo árabe e islámico. El movimiento sionista surgió en Europa Occidental a mediados del siglo XIX para dar una respuesta a las persecuciones que los judíos sufrían en Europa Occidental y en Europa Oriental. Se define a sí mismo como el movimiento de liberación nacional del pueblo judío. Sus fundadores consideraban que la única manera de eliminar el antisemitismo era mediante la concentración territorial de todos los judíos del mundo en un mismo Estado. También creían que el odio hacia los judíos era eterno e inevitable.
Uno de sus líderes, León Pinsker, llegó a afirmar que "la judeofobia es una psicosis, hereditaria e incurable". Su principal dirigente, Teodoro Herzl, fue un periodista austro-húngaro que se vio muy conmovido por un juicio de tintes antisemitas realizado en Francia contra el capitán Alfred Dreyfus en 1894, quien fue condenado por "alta traición", aunque después de varios años fue rehabilitado y reconocida su inocencia. La revolución francesa había prometido la igualdad para todos los ciudadanos, pero Dreyfus había sido perseguido por su condición de judío.
En 1896 Herzl publicó el libro Der Judenstaat (El Estado de los judíos), considerado la pieza fundamental del sionismo político. Este grupo de intelectuales judíos sólo conocía el mundo europeo, donde muchos judíos habían sido comerciantes e intermediarios financieros por siglos. Poco y nada sabían de los judíos que vivían en el mundo árabe. Herzl quería "normalizar" al pueblo judío (europeo) y que fuera como todos los pueblos, tal como se los entendía en la concepción del desarrollo capitalista en la época: con burgueses, trabajadores y campesinos. Dado que los fundadores del sionismo eran intelectuales influenciados por el nacionalismo europeo, consideraban que la única manera de combatir el antisemitismo era mediante la creación de un Estado propio, un Estado judío.
El sionismo no fue un invento de los ingleses para dividir al mundo árabe, como todavía creen muchos árabes. Sin embargo, nació en una época de expansión del capitalismo y de apropiación de las colonias por parte de las principales potencias europeas, con las cuales se relacionó porque necesitaba del apoyo de una gran potencia mundial para conseguir ese territorio que no habitaban. Por su parte, a los ingleses les vino el conflicto palestino-israelí Pedro Brieger "como anillo al dedo" que un movimiento de raíces occidentales los necesitara para penetraren la región.
EI sionismo tuvo dos problemas desde sus inicios. El primero fue que no intentó crear un Estado judío en regiones de Rusia y Polonia, donde sí había una mayoría de judíos y donde hubiera podido reclamar un territorio apelando al derecho a la autodeterminación de los pueblos. El segundo, que se propuso crear un estado en un lugar en el que prácticamente no había judíos, y que no estaba deshabitado como muchos pensaban.
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