jueves, 28 de noviembre de 2019

Masacre de San Fernando: la verdad

A las siete de la mañana del 24 de agosto del año 2010 y después de recorrer 22 kilómetros caminando, un ecuatoriano mal herido llegó hasta un retén del ejército en la carretera 101 de Tamaulipas. Se arrastró hasta el primer soldado que encontró y le dijo: 

“Soy Freddy Lala Pomavilla de 18 años, inmigrante ecuatoriano. Hombres armados nos secuestraron. Los mataron a todos”.

Antes de ir al hospital, el ecuatoriano acompañó a los soldados hasta un rancho abandonado en el municipio de San Fernando donde había ocurrido la masacre. 

En el interior, 58 hombres y 14 mujeres yacían ejecutados. En su mayoría eran centroamericanos, pero, también había ecuatorianos, brasileños y un indú.

El secuestro de migrantes era un nuevo negocio criminal que pusieron de moda "Los Zetas", los secuestraban, los obligaban a trabajar con ellos o simplemente solicitaban rescate a sus familias.



El drama de los 74 migrantes había comenzado tres días atrás a sólo unos kilómetros de la ansiada frontera con EUA. Todos viajaban en dos autobuses, ya en el municipio de San Fernando, fueron secuestrados y conducidos hasta un alejado rancho abandonado. 

Los bajaron, les ataron las manos y al día siguiente les dieron dos opciones: trabajar como sicarios para "Los Zetas" o la muerte. 

Según informes, sólo uno aceptó el ofrecimiento.

Después de la negativa, les vendaron los ojos y los fueron ejecutando, uno a uno. Los cadáveres pasaron 24 horas, hasta que Luis Freddy, uno de los dos sobrevivientes, dio aviso a los militares.

En aquellos años, el entonces Cártel de "Los Zetas", separado ya del Cártel del Golfo, controlaba gran parte de Tamaulipas. 

Con el paso de los meses se supo que la masacre de San Fernando, no fue una tragedia aislada, sino uno de tantos episodios, de una larga lista de desapariciones de migrantes. En meses posteriores, se descubrieron más de 300 cadáveres enterrados en 47 fosas clandestinas.

El día de la masacre, "Los Zetas" tenían implementado un retén en la carretera San Fernando-Matamoros, el jefe de plaza era "La Ardilla", quien ordenó a Martiniano Jaramillo alias "El Pata de Queso" o "Z74", detener los autobuses ADO, interrogar a los ocupantes, descartar la posibilidad de que fueran contrarios y obligarlos a enrolarse con su organización criminal.

Para ese entonces, "Los Zetas" mantenían una guerra contra el Cártel de Sinaloa, el gobierno federal y el Cártel del Golfo; por tales batallas, necesitaban de refuerzos.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Sara: la queretana que conquistó a Francisco I. Madero

Cuando la joven Sara Pérez accedió a casarse con aquel coahuilense, hermano de sus amigas, las muchachas Madero, no sabía que su vida matrimonial no se quedaría en el apacible San Pedro de las Colonias. Junto a Francisco, recorrería el país, sería testigo de una revolución y viviría horas amarguísimas en los días aciagos de la Decena Trágica.

Sarita Pérez fue una leal compañera para Francisco I. Madero. Como primera dama, abrazó numerosas causas caritativas y de ayuda social. Se cuenta que a veces arengaba por iniciativa propia a las tropas y procuraba proporcionarles artículos de primera necesidad.

Aquella mujer pequeñita y de gesto bondadoso, demostró, en los peores días de su existencia, que era muy fuerte. De otra manera no hubiera podido sobreponerse al dolor experimentado cuando vio a su esposo muerto, sobre una mesa de la enfermería de la cárcel de Lecumberri, envuelto en una tela tosca, para que nadie viera la herida mortal que delataba el modo traicionero en que lo habían asesinado.

Sara Pérez vio cómo su marido profundizaba en la doctrina espiritista, para encontrar su destino. 

Vio cómo sus simpatías políticas se estrellaron en varias ocasiones, contra el poderío que desde la Ciudad de México, ejercía el presidente Porfirio Díaz, gracias a la compleja red de alianzas y privilegios, construida a lo largo de sucesivas reelecciones. 

Sarita supo de los mensajes de los espíritus que convirtieron a su marido en escribiente. Los espíritus auguraban a Francisco I. Madero una importante misión para bien del país; pero también le dijeron que el precio a pagar sería muy alto.

No sabemos en qué términos Sarita conoció los textos espiritistas de su esposo. Lo que sí se conoce es el modo en que abrazó la causa política de Madero, la forma en que le acompañó y fue una leal activista en su campaña para la presidencia, en un México en que las mujeres no tenían derecho al voto.

Sara Pérez Romero nació en San Juan del Río, Querétaro, en 1870. Fue hija de un hacendado, recibió clases en su casa, como correspondía a una joven cuya familia podía costear esa educación. En 1893 fue enviada a estudiar a Estados Unidos. Allá hizo amistad con dos muchachas del norte mexicano, Mercedes y Magdalena Madero. Era natural que conociera a los hermanos varones de sus amigas, Francisco Ignacio y Gustavo Adolfo, que acababan de llegar de Francia, donde hicieron estudios de administración, y ahora se iban a California, a complementar sus conocimientos en el Departamento de Agricultura, con miras a integrarse, un día, en los negocios familiares.

“Allí en el colegio apenas la conocí” –recordaría Francisco I. Madero en sus memorias. 

“Pero intimó mucho con mis hermanas y esa intimidad fue después motivo para que me encontrara con ella en México y me prendara de sus cualidades”. 

Las muchachas, en efecto, sostenían una cálida amistad. A veces pasaron las vacaciones juntas en Arroyo Zarco, donde la familia de Sara tenía posesiones, y en otras ocasiones pasaron temporadas en el hogar coahuilense de los Madero. Así fue como surgió el romance entre Francisco y la querida amiga de sus hermanas.

Por aquellas memorias de Francisco, sabemos que entabló noviazgo con Sara hacia 1897. Él, mientras se se concentraba en desarrollar cultivos de algodón, escribía constantemente a la capital, donde vivía ella, y, cada vez que podía, viajaba para visitarla.

“Llevábamos muy asidua correspondencia y nos amábamos entrañablemente”, dicen las memorias. 

En un ejercicio de honestidad, Francisco dejó anotada una ruptura: 

“La distancia y la vida disipada que llevaba yo en aquella época borraron poco a poco en mí esos sentimientos, y acabé por romper con ella sin motivo alguno. Para ella fue un golpe terrible, y para mí un motivo más para seguir mi vida disipada, pero a pesar de que cortejé a muchas otras señoritas, siempre, en mis momentos de calma, de serenidad, volvía a brotar de las profundidades de mi alma la imagen de Sarita”.

Doña Mercedes, la madre de los hermanos Madero, enfermó gravemente de tifoidea por aquellos días. Según Francisco, aquel padecimiento, que agobió a toda la familia, lo hizo dejar atrás su “vida disipada”. Entonces, la imagen de Sara volvió a ser importante: 

“Muy pronto me formé el propósito irrevocable de volver con Sarita”. 

Comenzó a indagar por su paradero y sus circunstancias. En junio de 1901 le escribió a su primo, Rafael Hernández, que residía en la Ciudad de México. A él le encargó indagar qué había ocurrido con su antigua novia: 

“Tampoco olvides darme algunas noticias de Sarita, pues no sé si vive o no, y tengo muchos deseos de saber cómo está", escribio Madero.

Sabemos, por el propio Francisco I. Madero, que inició una campaña para reconquistar a Sarita. 

“Mi constancia triunfó de todos los obstáculos, y al fin tuve el inmenso placer de estrechar entre mis brazos a la que debía ser mi inseparable, mi amantísima compañera, y que debía ocupar un lugar tan predominante en mi corazón”.

Finalmente, la tenacidad de Francisco I. Madero había triunfado.

Francisco y Sara se casaron en la Ciudad de México en enero de 1903. Al día siguiente del matrimonio civil, se celebró la ceremonia religiosa. El banquete de bodas, un regalo de la familia Madero, se llevó a cabo en el Hotel de la Reforma, donde la pareja pasó algunos días. Después, emprendieron el viaje a Coahuila, a San Pedro de las Colonias, donde residirían. Fueron muy felices juntos. Deseaban tener descendencia, pero eso no ocurrió. Hay datos que señalan que Sarita estuvo embarazada y que sufrió un aborto en 1904.

Antes de casarse, Francisco, convencido creyente de la doctrina espiritista, ya había descubierto sus dotes de escribiente. Aquellas voces que aconsejaban a Madero y que lo inducían a lanzarse de lleno a la lucha política, no dejaron de inquietar a su esposa, pero, finalmente decidió acompañarlo en aquella accidentada ruta. No se separó de él cuando lo encarcelaron en Monterrey, durante la campaña por la presidencia, cuando estuvo preso en San Luis Potosí no le permitieron estar con él, pero rentó una casa cercana del penal.

Cuando los Madero iniciaron la fuga hacia adelante, sumándose al levantamiento convocado por Francisco, ella ya estaba involucrada por completo. Estaba muy orgullosa de su marido. 

“Siento una gran satisfacción, porque realmente es el único que ha hecho algo en beneficio de la patria”, escribió en mayo de 1911, a su concuña Carolina Villarreal.

Cuando Francisco llegó a la presidencia, Sara asumió tareas de ayuda social. Presidió un club llamado Caridad y Progreso, y en 1911 fundó, junto con Elena Arizmendi, la Cruz Blanca Neutral por la Humanidad, organización benéfica destinada a prestar auxilio a los heridos en batalla y a las víctimas de accidentes. La misma prensa que atacaba a su marido, le acomodó un apodo burlón: El sarape de Madero, jugando con su nombre.

Cuando Francisco abandonó, a caballo, el Castillo de Chapultepec el 9 de febrero de 1913, Sara no sabía que no volvería a verlo con vida. A medida que el gobierno maderista se desmoronaba, amigos leales, como los representantes de Japón en México, la cobijaron. 

Una anécdota cuenta que Sara miró el momento en que una turba golpista incendiaba el hogar de los Madero en la colonia Juárez, y que sólo la intervención del embajador Japones, la puso a salvo.

Al ser asesinado Francisco, tuvo que vender el caballo de su esposo para pagar su funeral. Primero se acogió al asilo en Cuba. Después se marchó a Estados Unidos. Sara regresó a México en 1915, vivió en una casa, comprada para ella por sus hermanos, en el número 88 de la calle de Zacatecas, en la colonia Roma, cerca del Panteón Francés de la Piedad, donde estaba sepultado su esposo.

Sosteniéndose con una pensión vitalicia que le otorgó Venustiano Carranza, Sara Pérez de Madero vivió hasta los 81 años de edad. Murió el 31 de julio de 1952, había visto a México transformarse.

Eran tiempos de la naciente televisión, tiempos de la radio, entonces gobernaba Miguel Alemán. A su sepelio, en la misma tumba de Francisco I. Madero, asistieron expresidentes, revolucionarios y una viuda de "Pancho Villa".

miércoles, 30 de octubre de 2019

Los presidentes mancos de México #HistoriaDeMéxico

Manuel del Refugio González Flores nació el 17 de junio de 1833 en Matamoros, Tamaulipas. Fue hijo de Fernando González y de Eusebia Flores de la Garza. Durante su infancia residió en el Rancho “El Moquete” ubicado en Matamoros, este colindaba con el Rio Bravo. Manuel González curso la primaria, en la cual sobresalió por su inteligencia, no continuo sus estudios puesto que empezó a trabajar como dependiente en la cantina de su tío. Al cumplir 18 años se enlistó en el ejército, donde fue reconocido por sus grandes habilidades.

Poco tiempo después de enlistarse, fue enviado a combatir a los contrabandistas, Manuel del Refugio fue en primera instancia aliado de los conservadores motivo por el cual participó en la Guerra de la Reforma entre 1858 y 1861, durante este periodo alcanza el rango de general, sin embargo, González se une más tarde a Benito Juárez en el momento de la Intervención Francesa, al aliarse con Juárez cambió al bando de los liberales. 

Participó en el sitio de Puebla del 16 de marzo al 17 de mayo de 1863. En el trascurso del combate fue tomado rehén y herido en el brazo derecho, poco tiempo después consiguió huir.

También combatió en las batallas de Miahuatlán y la Carbonera en octubre de 1866. Terminando la intervención francesa, González, conoce a Porfirio Díaz, con el cual tuvo una larga y estrecha relación.

En alianza con Porfirio Díaz, sabotean a Benito Juárez a través del proyecto conocido como el “Plan de la Noria”, este fue un movimiento político y militar, gestado por Porfirio Díaz el 8 de noviembre de 1871, con el cual se buscó frustrar la reelección de Benito Juárez, el plan fracasó y Juarez fue reelegido poco tiempo después, frustrado con esto Porfirio se levanta contra Juárez, pero este levantamiento también fracasa, razón por la cual es exiliado.

En 1876 Díaz regresa a México para alzarse en armas contra Sebastián Lerdo de Tejada, en lo que es llamado el “Plan de Tuxtepec”. Manuel del Refugio acompañó a Porfirio Díaz en el campo de batalla, resultando gravemente herido en un brazo, motivo por el cual le fue amputado. Posteriormente Porfirio es elegido presidente, desde entonces González trabajó en diferentes cargos otorgados por Díaz. En 1877 es elegido Gobernador de Michoacán, luego se desempeña como Secretario de Guerra y Marina de México entre 1878 y 1879.

En 1880, es elegido Presidente de la República de México, con el soporte de Porfirio Díaz. En el trascurso de su gobierno se construyeron el ferrocarril central mexicano, impulso el proyecto de la primera red de telégrafos, instituyó el uso exclusivo del sistema métrico decimal, además fundó el primer Banco Nacional de México. Durante el gobierno de Manuel González, se normalizaron las relaciones con países como Reino Unido y Francia, estas relaciones estuvieron basadas en los prestamos pedidos por este para mejorar la situación económica del país, lo cual fue extensamente criticado, sus acciones endeudaron aún más al país.

Por este entonces también cambio el tipo moneda la cual paso a acuñarse en níquel, esto provocó la ira de los ciudadanos, los cuales armaron un motín en el zócalo, posteriormente los ciudadanos se alzararon en su contra en 1884, levantamiento conocido como el motín de la deuda externa. Después de varios años de gobierno González fue acusado de corrupción motivo por el que es destituido el 30 de noviembre de 1884, el puesto fue tomado nuevamente por Porfirio Díaz. 

Una vez terminado su labor como presidente es nombrado Gobernador de Guanajuato cargo que desempeñó hasta su muerte, el 8 de mayo de 1893.

Álvaro Obregón nació en Siquisaya, Sonora el 19 de febrero de 1880. A Obregón se le atribuye gran parte del mérito de haber acabado con la violencia revolucionaria que azotaba la vida de México.

Su padre fue Francisco Obregón, agricultor de profesión y su madre fue Cenobia Salido. Por la labor de sus padres, desde muy pequeño se familiarizó con el campo mientras estudiaba la primaria.

En 1903, con solo 23 años, se casó con Refugio Urrea. Tuvieron dos hijos: Humberto y Refugio, su esposa murió poco tiempo después. En 1916 volvió a contraer matrimonio con María Tapia con quien tuvo siete hijos.

En 1910, durante el comienzo de la Revolución Mexicana, empieza su carrera política como presidente municipal de Huatabampo.

En 1913 Victoriano Huerta instauró una dictadura contrarrevolucionaria y Obregón se puso del lado del bando de los constitucionalistas. Gracias a su manejo derrotaron a los federales del norte del país y poco después lo nombraron jefe del Cuerpo de Ejército del Noroeste donde tomó Culiacán en noviembre de 1913.

El 10 de agosto de 1914 firmó con Eduardo Iturbide los acuerdos de Teoloyucan donde se establecía la entrada del Ejército Constitucionalista en la capital y las condiciones de rendición por parte del ejército de Victoriano Huerta. Venustisiano Carranza tomó entonces el poder pero los revolucionarios agraristas Pancho Villa y Emiliano Zapata rechazaron su presencia en la presidencia.

Aunque Álvaro Obregón intentó arreglar las relaciones entre ellos, no lo logró y tras la convención de Aguascalientes en 1914 Carranza instaló su gobierno y nombró a Álvaro Obregón como jefe del Ejército de Operaciones. Se le reconoce su buen desempeño con Pancho Villa pues ganó cuatro importantes batallas en 1915 dando cuenta de una buena planificación táctica y estratégica. El 3 de junio de 1915, durante una batalla en la Hacienda de Santa Ana del Conde, en León, Guanajuato, a Obregón lo alcanzó una granada y perdió la mitad del brazo.

Al ver que los conservadores ponían en riesgo lo logrado en la revolución, decidió presentarse como candidato a la presidencia de la republica en 1920, elecciones que ganó.

Álvaro Obregón intentó reconstruir México con el apoyo del ejército. Hizo una reforma agraria que utilizó para repartir tierras entre los campesinos, apoyó las organización obreras, fundó el Banco único, restableció la Secretaría de Educación y construyó escuelas para consolidar la enseñanza pública.

Al finalizar su mandato, Obregón se retiró a Sonora, pero en 1927 cuando Plutarco Elías y el congreso modificaron la constitución para permitir la reelección, Álvaro Obregón se volvió presentar a las elecciones del 1 de julio de 1928 en la que nuevamente ganó, sin embargo, no pudo consolidar su posición como jefe de estado pues mientras comía en el restaurante La Bombilla, José de León Toral, un fanático católico lo asesinó el 17 de julio de 1928.

lunes, 28 de octubre de 2019

Maximiliano & Justo Armas: ¿la misma persona? #HistoriaDeMéxico

A cambio de irse de México y nunca volver, Benito Juárez, masón como Maximiliano, le perdonó la vida y le dio un salvoconducto para que partiera a El Salvador donde el emperador viviría, bajo el nombre de Justo Armas. 

Esta información la asegura el investigador Rolando Deneke, quien durante más de una década se dedicó a reunir numerosas pruebas para confirmar este mito.

Juárez publicó un edicto poco después de que Maximiliano fuera fusilado en el Cerro de Las Campanas en Querétaro en 1867. El escueto comunicado decía que "Maximiliano de Austria había sido hecho justo por las armas".

Tiempo después, apareció en El Salvador un hombre culto, elegante y de esmerada educación, se hacía llamar Justo Armas y pronto llegó a convertirse en un personaje muy apreciado dentro de la alta sociedad salvadoreña. Este hombre, que guardaba un parecido asombroso con el emperador de México, siempre se mostró reacio a contestar cualquier pregunta que se le hiciera sobre su pasado y solía presentarse a sí mismo como el único superviviente de un gran naufragio.

Para el investigador, no existe ninguna duda de que Justo Armas y Maximiliano eran una misma persona. 

La primera noticia de esta doble identidad la tuvo cuando era pequeño, su abuela Consuelo le contaba a menudo "cosas de Don Justo, a quien había conocido su bisabuela Abelina. Ella insistía en que Justo Armas había sido el emperador de México". 

Existe documentación que muestra que Justo Armas se establecido en San Salvador en 1870. Cuando llegó a ese país fue acogido por Gregorio Arbizú, vicepresidente y canciller en el Gobierno del presidente Francisco Dueñas. Desde entonces y hasta su muerte, Justo Armas fue asesor de todos los presidentes de El Salvador, se encargó del protocolo de la cancillería y también de dirigir los servicios de los banquetes diplomáticos. Llamaba mucho la atención porque, a pesar de ser un hombre muy bien vestido y de exquisito trato, no usaba calzado; elegantemente arreglado recorría las calles de San Salvador y dirigía el servicio de banquetes completamente descalzo. 

Nunca le reveló a nadie el motivo de esta excentricidad, aunque se sabe con certeza que se vio amenazado por un grave peligro y sin mayor esperanza de ser salvado, le prometió a la Virgen ir descalzo el resto de su vida si conseguía salvarse. 

Justo Armas hablaba de un naufragio y la esposa de Maximiliano, la emperatriz Carlota, ordenó hacer un grabado para comunicar el fin de su esposo a las casas reales europeas en el que se le veía hundiéndose en un barco y abrazado a una bandera blanca.

Pero, ¿por qué Benito Juárez decidió perdonarle la vida al archiduque? 

Maximiliano y Juárez eran masones y siendo hermanos masones, Juárez no lo podía eliminar. La única salida que le quedaba era la de terminar con el emperador, pero salvar al hombre. El archiduque juró no revelar nunca más su identidad, se fingió su fusilamiento y le proporcionaron un salvoconducto para ir al Salvador donde falleció a la edad de 104 años.

Después del supuesto fusilamiento, muchas potencias europeas presionaron a México para que enviara de regreso el cuerpo de Maximiliano, México respondía que por motivos de fuerza mayor les era imposible acceder a tal petición. Existen copias de fotografías de tres posibles cuerpos del emperador que no se parecen entre sí y que tampoco se parecen a Maximiliano. Cuando el supuesto cuerpo del emperador llegó a Austria, siete meses después de su final, su madre, la archiduquesa Sofía, exclamó inmediatamente que ése no era su hijo.

En mayo de 1864 un mes antes de ser fusilado en Querétaro, el austriaco, aduciendo razones de salud, dejó de comparecer en el juicio que se llevaba contra él, ni siquiera acudió a la lectura de la sentencia. Fueron muy pocas las personas que pudieron verle en los últimos días, como si se le quisiera tener expresamente apartado del mundo. 

El día señalado sólo una veintena de personas acudieron al lugar del fusilamiento y fueron mantenidos a gran distancia por un cordón de soldados. 

Existía un extraordinario parecido entre las facciones de Maximiliano, Justo Armas y Francisco José de Austria. Un estudio antropológico de comparación craneo-facial hecho por una antropóloga costarricense dio resultados positivos. Contando con la autorización de la familia adoptiva de Don Justo (los Arbizú) y con todos los permisos legales, se tomo una muestra de los restos óseos de Armas con el propósito de llevar a cabo un estudio más contundente para la identificación, la prueba de ADN. 

Cuando encontraron los restos del último zar de Rusia, el Príncipe Felipe de Edimburgo sirvió como donante para el examen de ADN, pues su abuela materna era hermana de la zarina Alejandra. 

En un viaje a Austria el investigador consiguió una muestra de sangre de un pariente de Maximiliano por la línea materna directa, para poder llevar a cabo la prueba que finalmente dio positiva. Positivo fue también el estudio grafológico que se realizó en Florida comparando la letra de Armas con la de Maximiliano.

Justo Armas conservaba en su casa vajillas, cristalería, cubertería, una cajita de oro de rapé que habían pertenecido a Maximiliano y que alguien se las había enviado desde México. Las piezas de cubertería de Maximiliano, cucharas y tenedores eran idénticas a las de Don Justo Armas.

En plena primera Guerra Mundial, Justo Armas recibió la visita de dos emisarios austriacos a los que no quiso recibir en su casa. Por mediación de un alemán, que era propietario del hotel El Nuevo Mundo, Don Justo acudió a la cita después de dos negativas. 

Una mujer conocida como Doña Fe, contó cómo fue ese encuentro. La señora estaba muy interesada en el comportamiento de Don Justo, ya que recibía de él clases de etiqueta y no comprendía por qué se mostraba tan reacio a recibir a estos señores y por qué cuando asistió a la cita, ésta tuvo lugar en la habitación de los austriacos y no en uno de los salones. 

Al encontrarse casualmente por allí pudo oir la conversación en la que se le pedía a Don Justo que volviera a Austria porque Francisco José estaba muy enfermo y debía subir al trono. Según contaba Doña Fe, Armas se negó rotundamente y dijo que en su día se le había obligado a renunciar al trono a él y a sus herederos, pues su hermano le hizo firmar esta renuncia antes de ir a México, aunque cuando le condenaron a muerte la revocó. Dijo que era un hombre anciano, que quería que le dejaran en paz y abandonó la habitación dando un portazo.

Resulta significativo que no se rompieran los sellos del archivo personal de Maximiliano, que él mismo mandó desde México antes de su caída. 

Justo Armas falleció en 1936. Parece increíble pensar que el emperador Maximiliano de México viviera en El Salvador por más de 60 años, descalzo y sin poder revelar su verdadera identidad.

Continuará..

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José Sanchez del Río "El Niño Cristero" #Historia

José fue un niño travieso y alegre, su afición por los caballos venia desde pequeño. En su casa conoció la pobreza y el trabajo duro, creció rodeado de unidad familiar y de valores cristianos. Desde hizo su primera comunión, había tomado la decisión de tener una fiel amistad con Jesús. 

José o Joselito como le gustaba que le dijeran, había nacido durante el período de la Revolución Mexicana: aquélla fue una época muy difícil para las familias, los pueblos y ciudades de todo el país, por las revueltas constantes que desarrollaban las diversas bandas de revolucionarios que se disputaban el poder.

En aquellos tiempos no era raro que cuando llegaba la noche, se escucharan detonaciones y gritos de los revolucionarios, junto con el ir y venir de sus caballos. Se oían relinchos mientras el jinete disparaba o caía sin vida. Por la mañana, las mujeres que iban a misa y los hombres que salían a sus labores en el campo podían fácilmente encontrarse con cuerpos de revolucionarios o de otra gente.

Cuando José tenía 12 años estalló la guerra de los cristeros, la guerra cristera fue el alzamiento de aquellos campesinos creyentes y jóvenes de la Acción Católica que lucharon en defensa de sus más sagrados derechos contra las leyes injustas del gobierno federal. La región donde él vivía era cien por cien cristera y desde el inicio del alzamiento, los hombres y mujeres del occidente de Michoacán se distinguieron por su defensa valiente de la fe y de los derechos sagrados de Cristo. 

Gente de diversos pueblos como Cotija, Sahuayo, Jiquilpan, Santa Inés, Los Reyes y de otros lugares de la región, combatían por la causa de Cristo Rey y la defensa de sus derechos humanos más elementales, como era la libertad religiosa.

José se daba cuenta perfectamente de la situación y también la sufría en carne propia, vivia en Sahuayo una de las zonas más cristeras de Michoacan. El apoyo de la gente era masivo a favor de la religión.

José veía a los valientes cristeros que pasaban veloces en sus caballos por las calles del pueblo, les oía gritar con gallardía: 

¡Viva Cristo Rey!, ¡viva la Santísima Virgen de Guadalupe!

Escuchaba relatos sobre las hazañas en el campo de batalla contra los perseguidores de Cristo. 

José soñaba en irse con ellos, para defender los derechos de su fe. Pero había un gran problema: sus padres no se lo permitían debido a su corta edad. José no se desanimó, tanto insistió que después de escribir varias veces al general de las tropas cristeras, con apenas 13 años, logró que le permitieran enrolarse en las fuerzas cristeras que luchaban al mando del general Prudencio Mendoza, jefe de los cristeros de la zona de Cotija y sus alrededores. 

José era bastante apreciado en la tropa cristera, porque desde el inicio se distinguió por su servicialidad. Se le veía por todos lados del campamento, engrasando las armas, sirviendo o preparando la comida y cuidando que los caballos no les faltara agua y pastura.

La mamá de José se oponía a sus deseos de ir a la lucha, debido a su corta edad, José le decia:
“Mamá, nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo como ahora”. 

Con los demás cristeros, José rezaba todas las noches el santo rosario antes de descansar de la dura jornada. Era una vida de sacrificios y privaciones por amor a Cristo Rey y su Madre Santísima. Así se iban dando las cosas, sin embargo, el 5 de febrero de 1928, durante el transcurso de un combate entre los cristeros y fuerzas federales en las inmediaciones de Cotija, el caballo del jefe Guízar Morfín resultó herido de un balazo. El valiente niño cristero saltó de su montura y se la ofreció a su jefe diciendole: 

“Mi general, aquí está mi caballo. Sálvese usted. Yo no hago tanta falta, usted sí.”

Como era de suponerse, José quedó prisionero, al igual que otros cristeros, los condujeron maniatados a Cotija. Allí se encontraba el general Guerrero, quien lo reprendió por combatir contra el Gobierno. José le reprochó: 

“Me aprendieron porque se me acabó el parque, pero no me he rendido”. 

Con José también cayó prisionero otro joven de nombre Lázaro, originario de Jiquilpan.

Desde Cotija, José escribió a su madre, la siguiente carta:

Fui hecho prisionero en combate en este día. Creo que en los momentos actuales perderé la vida, pero nada importa. Resígnate a la voluntad de Dios; yo voy muy contento, porque terminaré al lado de nuestro Dios. No te apures por mi final, tu preocupación me mortifica: antes diles a mis otros dos hermanos que sigan el ejemplo de su hermano el más chico, y tú, has la voluntad de Dios. Ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre. Salúdame a todos por última vez y tú recibe por último el corazón de tu hijo que tanto te quiere. 

Atentamente: José Sánchez del Río.

José se enteró de los esfuerzos que hacía su familia para liberarlo y solicitó que no se pagara por su rescate ni un solo centavo. José había decidido que sería su fin, porque no traicionaria en lo más mínimo a Cristo Rey. 

El 10 de febrero de 1928, José escribió su última carta, la dirigió a una de sus tías:

Estoy sentenciado. A las 8:30 de la noche llegará el momento que tanto he deseado. Te doy las gracias por todos los favores que me hiciste tú y Magdalena. Dile a Magdalena que conseguí que me permitieran verla por última vez y creo que no se negará a venir, para que me lleve la Sagrada Comunión, antes de que todo termine. Salúdame a todos y recibe como siempre y por último, el corazón de tu sobrino que mucho te quiere… Cristo vive, Cristo reina, Cristo impera y Santa María de Guadalupe.

Atentamente: José Sánchez del Río, defensor de la fe.

El viernes 10 de febrero de 1928, cerca de las 6 de la tarde, sacaron al niño cristero del templo convertido en prisión y lo trasladaron al cuartel militar. Al acercarse la hora final, los soldados del gobierno comenzaron por torturarlo, pensando que José se ablandaría con el tormento y terminaría pidiendo clemencia, pero se equivocaron. Al sentir los dolores, José gritaba 

¡Viva Cristo Rey!

Los soldados lo golpeaban mientras lo sacaban del cuartel, fue obligaron a caminar descalzo con los pies heridos por las calles empedradas, rumbo al cementerio. Su sufrimiento llevaba varias horas, pasaban las 11 de la noche cuando llegaron al campo santo. Los verdugos querían hacerlo retractarse de su fe, pero no lo lograron.

En medio del asombro de todos los presentes, se paró al borde de su fosa y seguía gritando, ¡Viva Cristo Rey!. 

Finalmente, los soldados terminaron con José, sus últimas palabras fueron “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe!”.

La conmoción y el silencio de los espectadores eran indescriptibles. Se oían los sollozos de la madre de José, que lo acompañó hasta el último momento. Los habitantes del pueblo nunca habían presenciado algo semejante; los mismos soldados federales, estaban admirados de la gallardía del niño.

El cuerpo del niño mártir terminó en la fosa, sin ataúd. Eran las 11:30 de la noche del viernes 10 de febrero de 1928. El mártir de Cristo Rey entraba en la gloria, dejaba a todos sus paisanos y a los demás compañeros cristeros, un ejemplo de valentía y de fidelidad a la santa causa, que sólo se podía explicar sabiendo que el mismo Jesucristo le había dado la fortaleza para comportarse como un auténtico mártir.

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sábado, 26 de octubre de 2019

Melchor Ocampo: vida y destierro

Melchor Ocampo, fue una de las figuras claves de la transformación más profunda que vivió México en la segunda mitad del siglo XIX.

Ocampo no era un tipo atrayente, tenia un aspecto de hombre meditabundo, solitario y serio. Pasaba el tiempo con su mano derecha metida en la solapa de la levita y mostraba un aire de indiferencia a todo lo que se cruzaba a su paso, esa personalidad lo hacía pasar desapercibido. 

Ocampo no llamaba la atención físicamente, pero, cuando despegaba los labios y exponía sus ideas, teorías políticas en el periódico o sus discursos patrióticos, dejaba con la boca abierta.

José Telésforo Juan Nepomuceno Melchor de la Santísima Trinidad Ocampo Tapia nació el 6 de enero de 1814, su madre Francisca Xaviera Tapia y Balbuena, era una hacendada viuda. Se dice que su padre probablemente fue el cura de Maravatío o el cura José María Alas, este ultimo lo enseñaría a leer.
 
El misterio real, es de dónde salió el apellido Ocampo. 

Doña Francisca Xaviera, ama y señora de la hacienda de Pateo, en una ocasión regresó de la Ciudad de México con un pequeño llamado Melchor Ocampo quien supuestamente había nacido allí, muchos años despues, cuando Ocampo toma el cargo de diputado, se declara nacido en Michoacán. Estudió en el Seminario de Morelia, entre tus compañeros de colegio se encuentraba el futuro cardenal Pelagio Antonio de Labastida. Con el tiempo, Melchor Ocampo descubre que no quiere ser abogado. Se interesesa en la herbolaria, le enloquece la quimica y la botanica, aprende náhuatl, francés y latín.

En 1830, a los 17 años, Ocampo hereda la hacienda de Pateo, una tierra rica que producia ganancias de 11 mil pesos anuales y valia cerca de 200 mil pesos. Acude a la universidad de México. En el año 1836 entabla una relación amorosa con Ana María Escobar, su nana, con la que procrearía en Morelia una hija de nombre Josefa. 

A los 22 años, Melchor Ocampo clasifica 12, 500 volúmenes de la Biblioteca Palafoxiana de Puebla, los cuales abarcan 25 materias en 19 idiomas. En  1838 se dirige a Veracruz para alistarse como voluntario durante la Guerra de los Pasteles, sin embargo, lo alcanzan los tratados de paz, y no ve la guerra. En 1840 viajó a Europa tras una crisis producto de la irresponsabilidad amorosa.

Viaja sin ropa y con poco dinero, en una carta le explica a su tutor,  que se siente como un parásito viviendo de la hacienda heredada. Ocampo no tenía el hábito del trabajo físico. Para 1840, labora en una imprenta en París. Recorre teatros y jardines botánicos; consigue trabajo de empleado en la embajada mexicana. Seguía manteniendo correspondencia con la madre de su hija. Le fascinaba el sistema de transporte europeo. Los viajes lo dejan sin dinero, pasa días sin comer, se convierte casi en un vagabundo. 

Realiza trayectos por el sur de Francia, Suiza e Italia. Observa las zonas vinícolas para ver si se puede producir la uva necesaria en México. Durante estos años, Melchor Ocampo vive mal comiendo. Conoce el Vaticano y le sorprende que esté repleto de mendigos.

Trabaja como traductor, pero, su economia no mejora. Se descubre como gourmet y escribe muchos artículos sobre cocina y conservación de alimentos. En alarde nacionalista desprecia las jaleas francesas por los dulces mexicanos de pepitas, almendras, coco y camote. Como buen liberal, rinde culto a la modernidad. Visita asilos de ancianos, se interesa en el uso de la electricidad en el tratamiento de la parálisis, la construcción de puentes y su resistencia a los golpes de agua. Está repleto de Europa, pero el viaje lo mexicaniza.

En su cuaderno del viaje tiene un autógrafo de Garibaldi. En el viaje de regreso trabaja en una ampliación del diccionario de la Real Academia que incluya el español hablado en México. Cargado de libros y objetos, regresa a Michoacán, escribe sobre los cometas, sobre las crecidas del río Lerma. 

Se convierte en un hacendado patriarcal, regala trigo a sus medieros, con el tiempo vende Pateo y se queda con una sola fracción de la gran hacienda que llama Pomoca (que es un anagrama de Ocampo). 

Melchor Ocampo se vuelve anticlerical, es tolerante con otras religiones, pero confronta a la estructura de poder de la Iglesia católica. Tendrá otras dos hijas: Petra y Julia, que no aparecerán con el nombre de su madre, pero muy probablemente son hijas de la propia Ana María. 

Para ese tiempo, Santa Anna entra a su tercera presidencia en octubre de 1841. Entonces convencen a Ocampo para que te presente como diputado federal, es electo por la junta electoral de Maravatío. 

“El ejército es una amenaza para las libertades”, diría en 1842, quejándose de la institución. 

En uno de sus primeros discursos se define como federalista. El ejército disuelve al Congreso por órdenes de Santa Anna. Melchor Ocampo vuelve a Pateo. En 1845 será diputado por segunda vez. En 1846 es gobernador de Michoacán durante la invasión estadounidense. Logra la abolición de los castigos físicos en las escuelas y una ley de amnistía. Al negarte a aceptar los tratados de paz, renuncia a su cargo. En 1847 nace Lucila, su última hija. 

Comúnmente se sumerge en su formidable biblioteca; lee a Balzac, Proudhon, Hugo y Dumas. Para ese tiempo ya ha acumulado suficiente fama entre el progresismo liberal para ser candidato presidencial en 1851; finalmente pierde la elección con solo dos votos. Lo proponen nuevamente como gobernador de Michoacán, pero exige que sea a través del voto directo. El 8 de marzo de 1851 se inicia la que será una de sus más famosas polémicas públicas, esta vez con el cura de Maravatío sobre el tema de los pagos por servicios religiosos. 

Al iniciar la última presidencia de Santa Anna, que pronto se convertiría en dictadura, Ocampo llama al dictador “héroe de sainete”, es confinado a Tulancingo, luego en 1853, es encerrado en San Juan de Ulúa y deportado a Estados Unidos. Se establece en Nueva Orleans, posteriormente se muda a Brownsville, donde conspira. La falta de dinero lo obliga a trabajar como alfarero. 

En Estados Unidos, Melchor Ocampo trabaja de ollero y Benito Juárez en una imprenta. 

Hay una extraña magia en una foto tomada con su hija en el destierro norteamericano: apoya la cabeza levemente en la de ella y pasa el brazo por encima de sus hombros; Josefina, su hija mayor, tenía cierto aspecto angelical.

martes, 22 de octubre de 2019

13 datos que no sabías del emperador Maximiliano

1. El 28 de mayo de 1864, Maximiliano de Habsburgo arribó al puerto de Veracruz en compañía de su esposa, la emperatriz Carlota a bordo de la fragata de guerra Novara. Al ver el frío recibimiento del pueblo veracruzano, dicen que ella derramó lágrimas de tristeza y consternación. Caso contrario ocurrió en Puebla y la Ciudad de México donde hubo un gran júbilo para recibir a los emperadores.

2. Su nombre completo era Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena y el nombre completo de su esposa era María Carlota Amelia Augusta Victoria Clementina Leopoldina de Sajonia-Coburgo-Gotha y Orleans.

3. Maximiliano viajó a Brasil para visitar a su pariente el Emperador Pedro II, tras esta aventura fue contagiado con una enfermedad venérea.

4. Tuvo amoríos con Concepción Sedano, conocida como “La india bonita” quien trabajaba como servidumbre.

5. Las emes perseguían a Maximiliano; terminó fusilado entre los Generales Miguel Miramón y Tomás Mejía; venía de Miramar a México; lo traicionaron el General Márquez y el Coronel Miguel López.


6. Se instaló en el Castillo de Chapultepec, Maximiliano mandó construir un camino que lo conectara directamente desde su nuevo hogar hasta la sede de su gobierno en el centro de la Ciudad de México. Este lugar recibió el nombre de Paseo de la Emperatriz, actualmente Paseo de la Reforma.


7. Juan Nepomuceno Almonte, hijo del libertador José María Morelos y Pavón, fue uno de los que viajaron hasta la residencia de Maximiliano en Europa como parte de la comitiva que solicitó al europeo hacerse cargo de la corona del país.


8. Maximiliano era un ferviente coleccionista de mariposas e insectos, a los que cazaba en expediciones al interior del país, mientras su esposa Carlota, inexperta al mando de una nación, se quedaba al frente del gobierno de México.


9. El emperador fue el primero en celebrar el grito de Dolores Hidalgo, sitio donde se inició la lucha por la Independencia de México; los historiadores y cronistas nos dicen que el Emperador acudió vestido de charro en un claro alarde de patriotismo o con la intención de conectar con el pueblo reunido. Ademas, mandó hacer el primer retrato hablado del cura Hidalgo.


10. Maximiliano se mostraba paternal y caritativo con las clases más bajas del país a las que ayudó, aunque no lo logró en su mayor parte. Una de las iniciativas más sonadas a favor de los más necesitados ocurrió cuando se negó a que la Iglesia recuperara su poder de antaño. También prohibió los castigos físicos y se aseguró de que los trabajadores recibieran su paga en monedas. Asimismo, limitó las horas de trabajo, evitando de esta manera los abusos por parte de los patrones.


11. Cuando en Francia se enteraron de que Maximiliano estaba condenado a ser fusilado en el Cerro de las Campanas de Querétaro, el escritor francés Víctor Hugo y el patriota Giuseppe Garibaldi escribieron una carta al presidente Benito Juárez solicitándole que le perdonara la vida.


12. Maximiliano fue fusilado en la ciudad de Querétaro, el 19 de junio de 1867. Mientras era conducido por un fuerte dispositivo de tropas de seguridad al lugar de su ejecución, dijo que aquél era «un bello día para morir». Antes de ser fusilado, sus últimas palabras fueron «Voy a morir por una causa justa, la de la Independencia y la libertad de México. Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria. ¡Viva México!»


13 Al momento en que se quiso meter el cuerpo en su ataúd, se dieron cuenta de que no cabía debido a lo alto que era. Sus pies se asomaban a través de la tapa semicerrada del ataúd y un reguero de sangre dibujaba una línea roja mientras era llevado a una iglesia cercana. Al momento de su embalsamamiento, los doctores lucraron con el cadáver, dejando pasar a morbosos que quisieran ver el cuerpo a cambio de dinero. Vendieron partes de su cabello y barba, prestaron la camisa con agujeros de bala para recrear imágenes, las cuales se vendieron como postales de recuerdo.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Deschamps: ascenso, poder y caída

Carlos Romero Deschamps es miembro activo del PRI desde 1961 donde inició su carrera como coordinador de campañas del PRI en el estado de Tamaulipas.

En 1969 ingresó a Pemex y dos años después comenzó actividades sindicales en la revisión del contrato colectivo. En 1993 asume de forma interina la secretaría general del comité ejecutivo general del sindicato petrolero.

Desde 1996 se ha encargado de la dirección del sindicato de Pemex, y ha sido electo cuatro ocasiones seguidas.

Llegó a la dirigencia como relevo de Sebastián Guzmán, quien cumplió un breve periodo, luego del encarcelamiento de Joaquín Hernández Galicia, alias “La Quina”, detenido al inicio del gobierno de Carlos Salinas de Gortari y quien llevaba cinco sexenios como líder sindical.

Romero Deschamps oficialmente cubrió un interinato como líder sindical hasta 1994, cuando siendo senador por el estado de Hidalgo, resultó electo para ocupar el cargo ya de manera oficial como secretario General del Sindicato para el periodo 1995-2000, y con posibilidad de reelegirse otro periodo más.

Con su poder e influencia política en el sindicato, logró reelegirse durante otros cuatro periodos.

En sus más de 20 años como líder sindical siempre hubo a su alrededor escándalos por corrupción, desvíos millonarios y nepotismo. También se hicieron públicos sus lujos y los de sus hijos.

Además de ser el líder del sindicato petrolero, Romero Deschamps ha sido diputado y senador por el PRI.

Es originario de Tamaulipas, en el año 2006 libró una orden de arresto relacionada con el financiamiento ilegal de la campaña presidencial del candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa, conocido como Pemexgate.

El 6 de febrero del año 2019, trabajadores petroleros denunciaron ante la SEIDO a Deschamps por enriquecimiento ilícito.

Los trabajadores presentaron nuevas pruebas en contra de Romero Deschamps, a quien acusaron de delincuencia organizada, operaciones con recursos de procedencia ilícita por 150 millones de dólares, evasión y defraudación fiscal.

El Movimiento "Petroleros Activos en Evolución por un México Nuevo" fue quien presentó la denuncia y llevó toda la documentación con las pruebas a la nueva gestión de la Fiscalía General de la República.

Esta denuncia incluía familiares, testaferros y a otros integrantes de la cúpula del sindicato, se presentó para dar seguimiento a otra denuncia presentada dos años atrás.

La denuncia fue encabezada por Arturo Flores Contreras, líder de ese movimiento, quien acusó venta de plazas, cobro de cuotas ilegales, cobro de contratos y el despojo de propiedades del gremio.

Flores acudió a la entonces PGR desde 2017 a denunciar a Romero Deschamps por esos delitos y reclamó que esa instancia no reportó ningún avance en la indagatorias.

Uno de los principales reclamos de los agremiados del sindicato petrolero, fue la falta de transparencia en los recursos y cuotas que capta el sindicato. Y es que se trataba de una bolsa multimillonaria: en promedio, cuota mínima de 197 pesos catorcenales, aunque hay trabajadores a quienes se les descuenta hasta 350 pesos catorcenales. Se trata de una bolsa de más de 40 millones de pesos en cuotas sindicales, además de transferencias que Pemex hace al sindicato, como los más de 7 millones de pesos mensuales de la cláusula 157, que como relevó una investigación periodística, la dirigencia sindical utiliza como su caja chica, para gastos inmediatos.

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jueves, 19 de septiembre de 2019

Me dicen "El más loco": "El Chayo"

La ranchería en donde nací, crecí y siempre vuelvo, se llama Guanajuatillo, del municipio de Apatzingán, Michoacán. Soy como un árbol con raíces profundas que lo tienen sujetado al suelo en donde por azares del destino nació y de dónde nunca puede irse. 

Mi familia, como muchas de aquellos tiempos, era numerosa. Éramos 12 hermanos entre hombres y mujeres. Como dicen en plan de broma, "no había televisión".

Mi madre, en su afán de hacer de nosotros sus hijos, gente de bien, no atinó más que a corregirnos a base de férrea disciplina, haciéndonos desdichados en nuestra niñez; pues fue tanta su severidad que le temíamos, al grado que le pusimos por sobrenombre "La Pegalona". Sufrimos su energía todos los hijos por igual, hombres y mujeres. Ella no se daba cuenta, por lo menos en mi caso, que al aplicarme su dura disciplina existía una contradicción, pues me pegaba por peleonero, pero al mismo tiempo me amenazaba con castigarme si me dejaba de otros muchachos. Yo no sabía qué hacer. Mi forma de ser era confusa y zigzagueante. A veces actuaba de una manera, a veces de otra. No sabía a qué atenerme. 

Insisto en poner en relieve la vida de mi niñez dentro de mi familia, porque creo que esa situación fue el cimiento de mi forma de actuar en el futuro. Trabajo y cintarazos era lo rutinario. ¿Qué se podía esperar de un niño tratado de esa manera? 

Nunca fui a una escuela, por la sencilla razón de que la que había en mi rancho nunca tenía profesor, como sucedía en muchas del medio rural. Crecí prácticamente salvaje. A leer y escribir aprendí yo solo cuando tenía más de diez años por pura curiosidad para leer las revistas de Kalimán y otras de moda. 

En una ocasión, en que se habían agudizado las carencias, tenía yo unos ocho años, me quise comer un huevo de gallina, pero antes de hacerle un agujerito a la cáscara del huevo para succionarlo, fui descubierto por mi hermana mayor, Lupita, que impidió que yo llevara a cabo mi intención. Me dio tanto coraje, pues yo pensaba en mi mente infantil que con el huevo me iba a poner bien fuerte para poder pelear más bien, que opté por sacarles un susto; para el efecto me metí al chapil o troje donde se guardaba el maíz que la familia consumía durante el año, hasta que las nuevas cosechas que volvía a llenarse.

Total, que me metí entre las mazorcas de maíz y ahí permanecí desde aproximadamente la una de la tarde hasta las doce de la noche. Desde mi escondite escuchaba los gritos de mis hermanos llamándome, pero yo no contestaba. Pasó el tiempo y creció la alarma. Mis hermanas y hermanos con el pendiente reflejado en sus gritos, me buscaron, primero por el monte cerca de la casa y después en parcelas alejadas. Como no me encontraban entraron en pánico y pidieron ayuda a los vecinos, mismos que se unieron a la búsqueda hasta ya entrada la noche. Yo sentía que estaba castigando a mi hermana Lupita, pero el castigado fui yo, pues como a las doce de la noche que salí de mi agujero, y se dieron cuenta de que me había escondido a propósito, mis hermanos mayores, asustados e indignados, me pusieron una chinga que se me figuró más de 200 azotes, para que no volviera a andar haciéndome pendejo. Y efectivamente, no volví a hacer ese tipo de travesuras o si se quiere decir más correctamente, de pendejadas. 

En aquella época, en la ranchería no había electricidad, mucho menos televisión, por lo que solamente funcionaba un viejo y destartalado radiecito de pilas que se oía todo ronco, pero mi hermano mayor Canchola y yo no nos perdíamos la serie de radionovelas Kalimán y Porfirio Cadenas, pensando que todo lo que decían era cierto, haciendo hondo impacto en mi conciencia ya que siempre tuve una marcada inclinación al idealismo, dándole rienda suelta a mi imaginación. 

Eran famosas las palabras de Kalimán de que lo más poderoso era "la paciencia y la mente humana", y para el efecto, yo practicaba con los animales. Cuando se me acercaba una gallina, me le quedaba viendo fijamente y le ordenaba mentalmente: "Pon un huevo". Claro que la gallina no me hacía caso, pero yo lo atribuía a mi falta de práctica y seguía con mis experimentos con otros animales. El único que me hacía caso, o era tal inteligente que me seguía la corriente, era mi burro; me le acercaba a unos tres o cuatro metros y le ordenaba mentalmente que se me acercara y de inmediato me obedecía por la fuerza de mi mente o por interés. Lo que sí pude comprobar, en repetidas ocasiones, es que por más poderosa que sea la mente, los puercos son más rebeldes y desobedientes, al grado que llegué a convencerme que ni al mismísimo Kalimán en persona le harían caso. Ésa fue la razón de que en lugar de ordenarles algo con la mente, los hacía obedecer a mentadas de madre y varazos. Según mis experimentos, saqué por conclusión que los que más se sugestionaban con mi mente eran los perros, las vacas, los caballos y algo, muy poquito, los chivos. Esos eran mis pasatiempos infantiles en mi rancho, y creía yo, era la forma de superarme para llegar a ser como Kalimán y poder hacer el bien a la humanidad. 

De todas maneras, he de decir que no sé si por esos experimentos infantiles, o por algo natural, ahora de grande siento tener algo extraño en mí mismo que me hace comprender algunas cosas en los animales. En ciertas ocasiones me adelanto a lo que van a hacer, o mejor dicho, de antemano sé qué es lo que van a hacer en los siguientes segundos. No me explico ese fenómenos, pero así es...

Igualmente, influyeron poderosamente en nuestra ingenuidad los actos valerosos y humanitarios que realizaba el personaje de la radionovela Porfirio Cadenas, héroe de mil enfrentamientos y justiciero por vocación, que desafiaba y castigaba a los poderosos que abusaban del pueblo, quitándoles riqueza para repartirla entre los pobres. Esos actos, que consideraba heroicos, eran los que yo quería imitar cuando estuviera grande. 

Ahí nació en nuestras pequeñas e incultas mentes infantiles la idea de que algún día nosotros seríamos héroes como los personajes del radio. Yo y mi hermano soñábamos en ser grandes personajes y ayudar, defender y buscar el bien del pueblo, especialmente haciendo justicia a los pobres, castigando a los enemigos de la humanidad. 

Para irnos entrenando jugábamos luchas, hacíamos ejercicio y jugábamos a las guerritas. Cada uno de nosotros cortábamos de algún árbol una rama de donde pudiéramos hacer una tosca imitación de una pistola o un rifle, y por ahí andábamos con nuestra grita y haciendo con la boca como si estuviéramos tirando balazos. Nos escondíamos en la maleza o en las rocas y tratábamos de sorprendernos uno al otro, y cuando alguien lograba disparar antes, el otro caía redondito al suelo haciéndose el muerto, pero todavía así tirando balazos. Cuando él me alegaba que me había matado antes, yo le replicaba que solamente me había herido y que todavía tenía alientos para "hacer mi deber". Yo salía ganando porque no me podía demostrar lo contrario. Pero también él me jugaba chueco, pues cuando yo veía clarito que le había dado un balazo en medio pecho, él decía que solamente había sido un rozón. Así, empatábamos la alegata y cada uno se retiraba a esconderse de nuevo; él cojeando y yo dando traspiés, como si de veras estuviéramos heridos.

Mi hermano Canchola, en realidad era mi medio hermano y su verdadero nombre era Arnoldo Mancilla González. Me llevaba siete años, aunque esta diferencia de edades no impedía que simpatizáramos con las mismas cosas y congeniáramos tan bien que nos protegíamos mutuamente cuando hacíamos alguna maldad infantil. Especialmente de mi madre, que con su mirada penetrante e inquisidora, siempre estaba vigilando, buscando el mínimo motivo para darnos un buen escarmiento, según decía. 

Éramos complices en todo y compañeros de aventuras e ilusiones. Como el trato con mi padre era casi nulo, adopté a mi hermano como figura paterna, y cada uno tomamos nuestro rol tan bien, que como dicen los labradores de la tierra "no rosábamos la coyunda".

Soñábamos despiertos imaginando que cuando creciéramos íbamos a ser hombres exitosos, con dinero suficiente para sacar de la situación deprimente en que estaba la familia. Especialmente nos preocupaba la suerte que correrían las hermanas, que a pesar de ser bonitas y de buenos sentimientos, en ese lugar no había ningún futuro beneficioso para ellas. 

Cerca había una ranchería grande llamada El Rufino, en donde se congregaba la gente de los alrededores durante los festejos de la navidad, pues ahí se organizaba una kermés y un baile amenizado con un desabrido tocadiscos. Vivía ahí una familia muy respetada, porque tenían dinero y casi todos andaban con sus pistolas fajadas en la cintura, apellidados Juárez Chiprés. Uno de ellos, un poco mayor que yo, quiso pasarse de bravo y me la quiso hacer de valiente. A éste le apodaban El Tillín. Nos quiso correr dizque porque no éramos de ahí y le salí respondón, pues le dije que la calle ni la fiesta eran de su propiedad. Esa contestación la tomó como agravio y azuzado por sus amigos se me abalanzó con la intención de darme una lección, "para que aprendas a respetarme, pinche indio de la sierra". Yo alcancé a contestarle, "pues éntrale, pinche dientón". Como haya sido, nos liamos en una pelea tan violenta y feroz que pronto los dos empezamos a sangrar de boca y nariz. Al ver la sangrienta pelea la muchachada nos hizo rueda y durante más de diez minutos nos dimos golpes con furia y resentimiento. Yo tengo la ventaja de que cuando peleo ni los golpes siento, por lo que me dejo ir a lo loco. De pronto logré darle un tremendo puñetazo en la quijada, y cayó al suelo hecho un guiñapo. Yo también recibí lo mío, pues mi contrincante era buen y fuerte, pero pudo más mi habilidad, entrenamiento y ejercicio que practicaba con mi hermano que los atributos de mi enemigo. De ahí para adelante "santo remedio", ya nadie quería pelear conmigo, pues ya sabían a lo que le iban tirando. 

Desde ese tiempo tuve fama y respeto en las rancherías cercanas, pues decían que "estaba estudiando defensa personal por correspondencia" cuando yo no sabía ni leer. Pero a mí me convenía, pues me temían y no había nadie que me echara "brava". Así se forjó mi carácter, entre el trabajo, las hambres, los tablazos de mi madre, los golpes en los pleitos, mis sueños de progreso y mis amarguras de impotencia.

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viernes, 19 de julio de 2019

Andrea: la mujer que traicionó al "Chapo"

Durante la audiencia en la que el "Chapo Guzmán" fue sentenciado a cadena perpetua y 30 años más en una prisión de Estados Unidos, se escuchó un último testimonio, el de Andrea Vélez Fernández, ex colaboradora del narcotraficante.

Cuando Andrea Vélez Fernández contó cómo traicionó al narcotraficante al cooperar con el FBI, "El Chapo" la miro serio durante algunos segundos.


Andrea fue inculpada en mayo de 2012 en Estados Unidos por el delito de narcotráfico, pero fue hasta septiembre de ese mismo año cuando el FBI la contactó en Colombia para que trabajara como informante. 

Andrea aceptó y el FBI la recompensó con 290 mil dólares y evitó que fuera a prisión. 

La vida de Velez Fernández estuvo en riesgo en el año 2013, cuando el narcotraficante ofreció un millón de dólares a una pandilla de motociclistas conocida como Hells Angels para que la mataran en Canadá. La mujer fue trasladada inmediatamente a Estados Unidos y le dieron una visa especial. 

Actualmente está en un programa de protección a testigos y tiene una nueva identidad. 

Andrea Vélez se convirtió en secretaria y confidente de Alex Cifuentes, narcotraficante colombiano y socio del "Chapo Guzmán". También tuvo una agencia de modelos en la CDMX, empresa que servía de fachada para ocultar una red de prostitución que presentaba mujeres a militares mexicanos en fiestas que se realizaban los miércoles, todo esto pagado con dinero de Joaquín Guzmán Loera.

Vélez habría ofrecido a un general del ejercito mexicano, 10 millones de dólares para que dejara de perseguir al "Chapo".

Cifuentes y Guzmán Loera planearon matar a Vélez, pero el día en el que el capo colombiano se reuniría con el líder de los Hells Angels para pactar la muerte de Andrea Velez Fernández, fue capturado y encarcelado.

Mapa del narco en México: Guerrero

Guerrero es quizás la entidad con más grupos armados del país, en este estado operan bandas dedicadas al secuestro, homicidio, extorsión, así como a la producción y tráfico de droga. 

En la Costa Chica y la Montaña, operan “Los Marín; Los Carrillo y Los Añorve, ademas de otros remanentes del cartel de los hermanos Beltrán Leyva”.

En Chilapa tienen presencia “Los Rojos y Los Ardillos”, este último grupo liderado por la familia del candidato a diputado local por la coalición PRD, PAN y MC, Bernardo Ortega Jimenez.

En Acapulco, se tiene identificada una confrontación entre remanentes del cartel de los Beltrán Leyva y el Cartel Independiente de Acapulco donde también operan la PC-CRAC y el grupo de autodefensa de la UPOEG.

En la región Centro que abarca una parte de la Sierra, existe una confrontación entre el cartel del Sur; el comando suicida; los Rojos y los Ardillos donde sus extensiones armadas son identificadas como la UPOEG; el Fusdeg; PC-CRAC y las guardias comunitarias de Mezcala; Tlacotepec; Chichihualco; Petaquillas; Paz y Justicia de Chilapa; el Consejo municipal de Seguridad Pública y el Consejo ciudadano de Olinalá.

En la zona Norte operan los grupos de Los Guerreros Unidos; la Familia Michoacana; Gente Nueva y Los Rojos donde mantienen presencia los grupos civiles armados denominados como la policía comunitaria de Mezcala y Cuetzala; así como La Tecampanera y el movimiento Apaxtlense.

En la región de Tierra Caliente, el gobierno ubica a los grupos delictivos de los Caballeros Templarios; la Familia Michoacana; Los Tequileros y el Cartel Jalisco Nueva Generación donde públicamente opera la autodefensa de San Miguel Totolapan y la Guardia Rural de Ejidos Unidos de Guerrero, principalmente en la Sierra.

En la región de la Costa Grande: el Cartel Jalisco Nueva Generación; Los Granados de Tecpan; los Caballeros Templarios; la Guardia Guerrerense de La Unión y Petatlán, y Sangre Nueva Guerrerense de Zihuatanejo, la autodefensa denominada Guardia Rural de Ejidos Unidos, principalmente en la parte de la Sierra que conecta con la región de Tierra Caliente.

Fuente: Proceso

martes, 9 de julio de 2019

PF: el Cártel de Fox, Calderón y EPN

Las protestas y la negativa de los policías federales a sumarse a la Guardia Nacional, destapó nuevamente los nexos que tuvo o tiene la PF con el crimen organizado.

La intención del presidente es buena, tener una Guardia Nacional que operé en todo el país, para salvaguardar la integridad de la sociedad mexicana, sin embargo, ocupar a los policías, o militares que fueron o son aliados de los cárteles, es como dispararse en un pie. 

Los policías y militares relacionados con el narco, contaminaran y harán fracasar el intento de pacificación del país con la Guardia Nacional.

En los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, se suscitaron diversos enfrentamientos entre Policías Federales y el ejercito, todo esto por servir a patrones diferentes del narcotráfico. Un ejemplo claro, fue la balacera del AICM donde policías federales aliados al Cártel de Sinaloa, se enfrentaron con otros policías federales aliados a los Beltrán Leyva. Los federales de los dos bandos, se peleaban el control de la llegada de droga al aeropuerto internacional.
El movimiento de los agentes federales está motivado por un rechazo a la Guardia Nacional, pero su inconformidad no tiene argumentos. Lo que quieren, es continuar en el mundo de la corrupción e impunidad.

La historia de la Policía Federal remite a casos de corrupción emblemáticos, infiltración del crimen organizado y acciones criminales que desde el sexenio de Vicente Fox se llevaron a cabo a lo largo y ancho del país. 

Comenzando el gobierno de Fox, se enquistó en el poder un personaje siniestro que por años operó en los sótanos del Cisen bajo las órdenes de Jorge Tello Peón, el mismo que estaba a cargo de la seguridad del país cuando “El Chapo Guzmán" se fugó del penal de Puente Grande vestido precisamente de PF: Genaro García Luna, personaje perverso que dio forma a dos proyectos policiales en un par de sexenios; la Agencia Federal de Investigación, que no fue diferente a la Judicial Federal, de donde salieron sus agentes; y más tarde, ya con Calderón, García Luna creó la Policía Federal Preventiva y la Policia Federal, otro instrumento que utilizó para brindar protección al crimen organizado.

La Policía Federal fue el último experimento que realizó García Luna, entonces poderoso Secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Felipe Calderón. En los 12 años panistas, García Luna fue el máximo líder policíaco del país, durante su gestión, la AFI,  la PFP y la PF fracasaron rotundamente, la corrupción y los nexos criminales invadieron estas corporaciones, no terminaron con la delincuencia, más bien, se unieron a ella.

Literal, Genaro García Luna hizo ver insignificante al "Negro Durazo", García Luna logró lo que nadie, puso a disposición del Cártel de Sinaloa y los Beltrán Leyva a la Policía Federal. 

En Guerrero durante la guerra entre "La Barbie" entonces operador de Arturo Beltrán y el Cártel de Sinaloa, contra "Los Zetas", la federal se sumo a la organización del pacifico para contener, sacar y eliminar a "Los Zetas" de ese estado. La policía federal sirvió como sicarios a Valdez Villareal, se encargaron de levantar, ejecutar y desaparecer "Zetas", los policías obedecían fielmente las ordenes de los jefes del Cártel de Sinaloa. 

De las filas de la Policía Judicial Federal –antecedente inmediato de la actual Policía Federal–emergieron figuras perversas como Adrián Carrera Fuentes, director de esa corporación en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, quien terminó al servicio de Amado Carrillo Fuentes alias “El Señor de los Cielos”.

Un hecho muy conocido que muestra el nivel de criminalidad de Genaro García Luna, ocurrió en una carretera de Morelos. El Secretario de Seguridad Pública fue bajado de su camioneta por Arturo Beltrán Leyva. Hasta el refugio del capo fue llevado García Luna, el “Botas Blancas” lo humilló y regaño porque no estaba cumpliendo sus mandatos. Arturo Beltrán le reclamó que no estaba acatando sus ordenes, le advirtió que de seguir así, terminaría en consecuencias mortales. Después del regaño, el funcionario federal fue liberado.

La Policía Federal en manos de García Luna sirvió desde la administración de Fox al Cártel de Sinaloa, bajo las ordenes del "Chapo" y Arturo Beltrán, la federal fue muy eficaz contra de "Los Zetas", La Familia Michoacana, El Cártel de Juarez y El Cártel del Golfo.

El episodio con Arturo Beltrán Leyva no fue el primero que puso en evidencia a García Luna con sus nexos con el narcotráfico: en el juicio del "El Chapo Guzmán" en EUA, el exfuncionario federal fue acusado de recibir pagos del Cártel de Sinaloa por sus servicios.

Después de todo lo mencionado, se puede confirmar que la Policía Federal fue un instrumento del régimen panista para proteger intereses del crimen organizado. Desde Vicente Fox estos policías operaron con elevados índices de corrupción, por esta razón, actualmente los agentes federales se resisten a ser parte de la Guardia Nacional, donde saben que los controles serán más estrictos porque sus mandos directos serán militares.

Para que quedé más claro; la Policía Federal se convirtió en un cártel del panismo. La federal fue lo mismo que la antigua Dirección Federal de Seguridad –la policía siniestra del sistema que servía a los viejos capos del narcotráfico.

En una entrevista reciente, Anabel Hernandez escritora, periodista y especialista en el tema, menciona como un gran error que el gobierno federal insista en integrar a los policías federales corruptos a la Guardia Nacional. Hacerlo implicara un nuevo fracaso, y traerá más violencia menciona la periodista.

lunes, 8 de julio de 2019

Manuel Torres Félix VS Arturo Beltrán Leyva

A pesar de que operaban para la misma organización criminal, las familias Torres Félix y Beltrán Leyva, nunca tuvieron una buena relación.

En diversas ocasiones Manuel Torres Félix alias "El Ondeado" y Arturo Beltrán Leyva alias "El Botas Blancas", tuvieron desencuentros dentro de la organización de Sinaloa. Información de medios periodisticos de Culiacan, cuentan que en una ocasión, durante una fiesta organizada por la familia Zambada, estos dos, tuvieron una acalorada discusión. 

Cuando Arturo Beltrán se retiraba del festejo, vió que una camioneta negra, le estorbaba el paso; altanero como era y con palabras altisonantes, le gritó al conductor que se hiciera a un lado, cuando bajó el ocupante de la camioneta, "El Botas Blancas" se dió cuenta que era "Ondeado", jefe de sicarios y operador del "Mayo Zambada", Beltrán Leyva sabiendose jefe de la organización, volvió a gritar: 

"Deja pasar a tu jefe, gato con pistola"

Este altercado fue uno de tantos, entre estas dos familias.

La relación entre los hermanos Beltrán Leyva y el Cártel de Sinaloa se rompió en 2008 cuando Alfredo Beltrán Leyva alias "El Mochomo" fue detenido en Culiacan, Sinaloa. Arturo Beltrán siempre culpó a su pariente "El Chapo Guzmán" por la detención de su hermano, decía que Guzmán Loera había entregado a "El Mochomo" para "entregar trabajo" al gobierno mexicano y poder sacar de prisión a su hijo, Ivan Guzmán Salazar alias "El Chapito".

A partir de ese momento, comenzó una cruenta guerra entre los antes aliados.

Los primeros signos de la ruptura entre los Beltrán Leyva y "El Chapo" y "El Mayo", llegó con una oleada de ejecusiones en Culiacán, capital del estado de Sinaloa. La violencia se extendió rápidamente a varios estados. A nivel nacional, el país registró más de 600 muertes relacionadas con la divición entre estas dos organizaciones.

La rivalidad entre "El M1" y "El Jefe de Jefes" llegó a su limite cuando en abril del 2008, Atanasio Torres Acosta hijo de Manuel Torres Félix, fue ejecutado en el fraccionamiento montebello, en el lugar, los ejecutores dejaron una narcomanta:

“De parte de tu compadre y sus Z sobrinos, para que lo tengas presente”

Para ese entonces, la organización de los Beltrán Leyva ya tenían una alianza con "Los Zetas" y con el Cártel de Juaréz, la idea era unir sus fuerzas para pelear el control de Sinaloa y del país al "Chapo Guzmán" y "El Mayo Zambada". Desde 2006 se sabía que la organización de Sinaloa, tenía el apoyo de Felipe Calderón, el ejercito y la policia federal.

Semanas posteriores fueron encontrados dos hombres con un narcomensaje:
“Estos son los gatilleros de Arturo Beltrán Leyva y el del tambo es el mismísimo Caimán. Para que aprendan a respetar. Mis respetos para los niños”.

Meses despues siguieron apareciendo narcomantas:

“Pa’ que lo tengas presente Arturo Beltrán Leyva, de parte de El Ondeado, apodo que tu pusiste, no te hagas pendejo, te voy a dejar peor que a tu querido Centauro, a ti te voy a hacer atole de pinole por traidor y corriente y cobarde. Déjate de poner mantas y mensajes si eres tan hombre vámonos viendo pecho a pecho ya sea tu El Guacho, el Chiquilín o tus charros mugrosos. Mejor péguense un tiro solos no hagan esas infamias, te lo manda decir El Ondeado, todos juntos se me hacen poco para mi solo, atte, El Ondeado.”

Frente del rancho lechero Santa Monica propiedad de la famila Zambada Niebla, aparecieron amontonados varios hombres, los cuales tenían un narcomensaje dirigido a Manuel Torres Félix: 

“para ti ondeado de parte de las locas, falle con Sajarópolus, pero aquí me desquite jajaja. Y sigues tu ondeado espero que te llegue mi recado porque el gobierno te protege mucho”.

Uno de los ultimos narcomensajes decía: 

“Ondeado tu hubieras atorado a los de la CU no mandes federales y pregúntale a tu hija si soy Homosexual ¡culeado! Aquí esta tu comandante mateo. P.D ¡viva la familia!”

Con el narcocorrido: "Ya no te dicen Ondeado, ahora te dicen ardido", Arturo Beltrán Leyva enviaba uno de los últimos mensajes contra Manuel Torres Félix antes de morir en Cuernavaca en el año 2009.













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