jueves, 6 de octubre de 2016

Biografía: Pablo Emilio Escobar Gaviria "El Patron"

Pablo Emilio Escobar Gaviria el “Patrón” nació el 1 de diciembre de 1949 en Rionegro, en un pequeño pueblo a menos de 40 kilómetrosde Medellín (Colombia), fue el tercero de siete hermanos (tres hermanas y cuatro hermanos). Su familia muy religiosa decide llamarle como uno de los apóstoles de Jesús. Era el favorito de su madre, y de hecho se sabía que de pequeño fue un niño mimado hasta los extremos.
Desde temprana edad comienza a demostrar sus dotes de mando y su visión para conseguir dinero a toda costa. De niño se las ingeniaba para alquilar bicicletas o cómics viejos y de este modo poder tener su propia “fortuna”.
Cursó estudios de bachillerato en una escuela de Medellin, en su adolescencia se asocia con su primo-hermano Gustavo Gaviria para trabajar en una fábrica de lápidas. Los dos chicos viajaban de pueblo en pueblo tratando de vender su producto entre los familiares que habían perdido a un ser querido, aunque pronto encontraron el modo ilegal de hacer prosperar el negocio ya que se dedicaban a robar lápidas de mármol del cementerio de San Pedro, donde las familias ricas de Medellín tenían lujosos panteones, y luego las vendían a recicladores. Entre 1970 y 1972, cuando se comenzó a hablar del ingreso del alcaloide a Medellín procedente de Perú y Bolivia, Escobar Gaviria ya servía de conexión para la transportación de enervantes y materia prima para procesar cocaína. Desde Medellín y otras ciudades colombianas se procesaba la droga, lo que le permitió acumular una gran fortuna que invirtió en su mayoría en propiedades.
En 1972, con 22 años, cuando Pablo Escobar comienza a hacerse un nombre en Medellín tras ponerse al frente de una banda de maleantes con los que se dedicaba a desvalijar coches así como al contrabando. Estamos en los albores de la exportación masiva de cocaína a Estados Unidos desde Colombia, y Escobar se fijó como un negocio de futuro. No se equivocaba y comenzó con un negocio que acabó siendo muy próspero para él y su entorno, ya que generaba mucho más dinero del que nunca habría podido imaginar.
Comienza a trabajar junto a su primo-hermano, a la sombra del contrabandista Alfredo Gómez López, apodado “El Padrino” siendo ambos una especie de guardaespaldas de los grandes camiones de estupefacientes que llegaban a la ciudad. Quizás el éxito de sus primeros años era su tenacidad, su nivel de violencia (exagerado) a pesar de que sabía mantener la calma en situaciones límite y sobre todo, su negativa a dejarse tentar por la mercancía con la que él mismo comerciaba.
Con los primeros años junto a Gómez López se convierte en “mosca”, (persona que se coloca al frente de la caravana de vehículos cargados con droga, sobornando a las autoridades para que sus compañeros no corran peligro).
En 1974, dos años después de iniciarse en el “imperio” de la droga, ya es todo un nombre como contrabandista en parte, debido a que él mismo es el encargado en llevar las partidas de cocaína hasta suelo estadounidense. El 16 de junio de 1976 Pablo fue capturado junto con su primo Gustavo, con 39 kilogramos de cocaína, tambien en ese mismo año, amplia su negocio, al construir sus propios laboratorios de procesamiento de cocaína. Es en ese mismo año cuando se forma el Cartel de Medellín, una organización delictiva que él mismo dirige y que abarcaba una infraestructura dividida en: producción, transporte y venta.
Comienza un período imparable en el que llega a controlar el 80% del tráfico de drogas que entra en Estados Unidos. Con 29 años es un hombre completamente rico y cumple así la promesa que se había hecho de pequeño (si con 25 años no tenía un millón de pesos se suicidaría).
Tras hacerse rico con la droga se fija en la política como su siguiente campo de acción. El fin era legalizar o “tapar” de alguna manera sus negocios sucios. Se dedica a hacer obras de buena caridad (como construir campos de fútbol en zonas desfavorecidas o construir edificios) pero todo ello pagado con el dinero de la droga.
Sus medidas sociales, muy populares para sus allegados, los ciudadanos y sobre todo los habitantes del barrio en el que creció La Paz, no son bien vistas por sus rivales políticos que le acusaban de ser populista. A pesar de todo, logra parte de su objetivo al convertirse con 32 años, en congresista sustituto por el partido Alternativa Liberal.
Con tanto dinero y tanto éxito en sus negocios, Escobar se convierte en todo un excéntrico que además generó multitud de leyendas como que una vez quemó dos millones de dólares para calentar a su hijo o que malgastara unos 2.100 millones de dólares al mes.
Lo que sí fue cierto, fue la compra de 7.400 acres en un pueblo cerca de Medellín  pagando unos 50 millones de euros con el fin de construir su casa, la «Hacienda Nápoles» y en la que incluso llegó a tener un zoológico.
La “Hacienda Nápoles” se convirtió en su “fortaleza”, pero además fue un lugar en el que se celebraban fiestas desenfrenadas llenas de chicas menores de edad dado que Escobar era aficionado a mantener relaciones con menores.
A pesar de ello Escobar se había casado a los 25 años con una adolescente de tan sólo 15, pero no se reprimía y organizaba auténticas orgías dentro de los muros de su hacienda.
La biografía de Pablo Escobar es de por sí relevante, pero además muy negra debido a que todo su éxito y riqueza eran comparables a su crueldad.
Con su llegada al poder, convierte a Colombia en un lugar marcado por el narcoterrorismo contra jueces, fiscales, policías, militares y políticos. Todo aquel que se oponía a su reinado de la cocaína era asesinado por algún “parrillero” (como se llama en Sudamérica a aquellas personas que van de acompañante en una moto) con un sub-fusil.
“Hágale” era por lo visto la palabra utilizada por Escobar para mandar asesinar a alguien. Una práctica que se acrecentó cuando Escobar fue expulsado de la política, cuando el Ministro de Justicia colombiano Rodrigo Lara Bonilla logró demostrar su relación directa con el narcotráfico y que se financiaba a través de la droga.
Lara Bonilla demostró su razón, pero le costó la vida: murió en 1984 ametrallado dentro de su coche.
La violencia demostrada por Escobar no tenía límite, uno de los muchos actos más crueles y mediaticos fue en 1989 cuando ordena hacer explotar el edificio del Departamento Administrativo de Seguridad con un autobús-bomba. Un total de 70 personas perdieron la vida y los heridos se contaron en más de 500.
Ese mismo año, «El Patrón» hizo saltar por los aires en pleno vuelo un avión de «Avianca» creyendo que en él, viajaba el candidato a la presidencia César Gaviria, quien se había quedado finalmente en tierra. Murieron 110 personas.
Es en esa época cuando la justicia le atribuye (de manera directa o indirecta) la autoría de la muerte de más de 10.000 personas, cifra que le hizo ganarse multitud de apelativos desagradables entre sus enemigos.
La DEA ha tenido en Pablo Escobar uno de sus criminales más difíciles contra los que ha luchado. En 1979 solicitan  que los criminales colombianos que habían actuado en sus fronteras fueran extraditados y juzgados en su país. A pesar de que la norma se aceptó en principio, la gran ola de atentados perpetrados posteriormente por el propio Escobar hace que el gobierno sudamericano eche la medida hacia atrás, aunque el presidente llegó a un acuerdo con el narcotraficante: sólo revocarían la ley si él se entregaba a las autoridades locales y acababa entre rejas. El capo aceptó, aunque puso una condición: la prisión sería construida por él.
Existieron muchas visitas de Amado Carrillo Fuentes “El señor de los cielos” a Colombia y también visitas de Escobar a México, tan fuerte eran sus relaciones comerciales, que Pablo Escobar solicito la intervención del “Señor de los cielos” para sacar a su familia de Colombia y llevarlos a  México y ubicarlos en algún lugar seguro, fuera de las manos de sus enemigos.
El 19 de junio de 1991, Pablo Escobar entró a «La Catedral» un edificio construido para el encarcelamiento del capo pero que era todo menos una cárcel. Un gimnasio, una cancha de fútbol, varios salones de juego y hasta una catarata natural eran algunas de las “comodidades” con las que contó y tampoco estaba realmente encerrado si tenemos en cuenta que entraba, salía y las fiestas seguían celebrándose como en su hacienda. La prensa descubrió la historia y el Gobierno no tuvo más remedio que hacer público que iba a trasladar a “El Patrón” a una celda de verdad de modo que se fugó el 21 de julio de 1992 de «La Catedral».
Tras escapar, el gobierno crea un grupo especial con más de 500 hombres conocidos como el “Bloque de Búsqueda para encontrar y acabar con su vida, igualmente los PEPES (Perseguidos por Pablo Escobar) otro grupo que le seguia sus pasos y quienes eran realmente capos enemigos del narcotráfico colombiano, también iniciaron las pesquisas para capturarlo o ejecutarlo. Tras meses de incesante vigilancia, el 1 de diciembre de 1993 (un día después del cumpleaños de Escobar), las autoridades preparan un operativo especial con el fin de atraparle de manera definitiva.
No fue hasta el 3 de diciembre, cuando Escobar contactó con su hijo. Las autoridades descubren entonces que está oculto en un chalet adosado de una urbanización de clase media de Medellín hasta donde se trasladan para detenerle junto Álvaro de Jesús Agudelo alias “El Limón” uno de sus más conocidos guardaespaldas.
Escobar no se entregó fácilmente, existen dos versiones de su muerte: primero, que el capo se suicido, porque no tenía en mente vivir encarcelado, la otra es que intentó escapar por el techo pero los policías que cubrían la parte trasera de la casa le dispararon con fusiles R15 y murió. Fue así como llego el fin de Pablo Escobar al que sorprendentemente millones le lloraron en Medellín y en toda Colombia.
En agosto de 2004 se informó que la mítica Hacienda Nápoles de 1.800 hectareas, otrora símbolo de poder del extinto capo de las drogas, se convertiría en un museo sobre el narcotráfico, un complejo turístico o un centro de desarrollo de proyectos agrícolas. 

Libros y serie recomendados:
Sobreviviendo a Pablo Escobar, por "Popeye".
Pablo Escobar Mi padre, por Juan Pablo Escobar.
El verdadero Pablo, por Astrid Legarda.
Serie: El Patron del Mal.

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