Ramón Arellano Félix llegaba de una fiesta junto con sus sicarios, entre ellos el famoso pistolero, Fabián Martínez alias "El Tiburón", al momento de abrir la puerta del departamento dos muchachos salieron corriendo, estaban robando su casa, en su huída uno de los rateros encañonó a Ramón Arellano, Ramón estaba desarmado tenía su pistola en el auto, se comió su rabia y dejó que el ratero desapareciera corriendo.
A la mañana siguiente mando llamar a los jefes de la policía estatal y municipal de Tijuana, quienes estaban en su nómina.
Ramón furioso exigió la captura de los dos rateros.
La policía de Tijuana buscó por todos los rincones a los dos rateros que se atrevieron a entrar a la casa de uno de los jefes máximos del cartel de Tijuana.
Finalmente dieron con uno, el muchacho que salió corriendo le explicó que no sabían que la casa era de él.
Ramón Arellano Félix le perdonó la vida con una sola condición, traer al otro que lo encañono.
Al día siguiente por la mañana, llegaron los dos muchachos, Ramón le dijo al primero que se retirará.
Sin mediar palabra, Ramón les dijo a sus sicarios que ya sabían que hacer, los sicarios lo esposaron de manos y pies y lo colgaron del techo, el “raterillo” estuvo colgado por más de cuatro semanas sin comer y sin beber, los sicarios lo visitaban, se burlaban, le paseaban la comida y el agua cerca de la boca, el muchacho ya sin fuerzas, rogaba que lo liberaran. Un día, Ramón llegó a la casa de seguridad, sus sicarios le recordaron que aún tenían al muchacho colgado.
Ramón lo había olvidado, fue a la bodega y le pregunto: ¿Cómo estás?
El muchacho no tuvo fuerza para contestar, Ramón ordeno que lo bajaran y dejaran ir, los sicarios lo liberaron.
El muchacho que se atrevió a encañonar a Ramón Arellano Felix uno de los capos más sanguinarios y violentos en la historia del país, quedo tirado en el piso, ya no pudo moverse, murió ahí mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario