El Partido Revolucionario Institucional, (PRI), es dueño de México con diversos nombres, desde 1929. Este partido político es el disfraz perfecto de una terrible dictadura que asesina, roba, desaparece, humilla y que tiene en agoniza al país. Esta forma de gobierno represiva, corrupta e impune la tenemos desde los tiempos de Porfirio Díaz.
El sistema perverso se encontró realmente en "peligro electoral" en 1988. El descrédito de los dos últimos gobiernos priistas en aquel momento, primero con José López Portillo y posteriormente con Miguel de la Madrid, lograron resquebrajar seriamente la hasta entonces hermética armadura que permitió al PRI ser "aplanadora" en siete elecciones presidenciales consecutivas.
Los comicios del 88 sentaron en el trono a Carlos Salinas de Gortari sin merecerlo, porque no ganó. No obstante las tácticas tradicionales del sistema corrupto, como el fraude electoral, la imposición y la caída del sistema, lograron nuevamente hacerse de la silla presidencial.
Esas historias elecciones por primera vez dejaron ver que una importante mayoría de mexicanos consientes y politizados rechazaba ya totalmente al priismo.
"Se cayó el sistema" fue la explicación que dieron para justificar su retraso en publicar los resultados de la jornada electoral, pero sobre todo para darse tiempo de alterar las boletas y los paquetes electorales.
Una vez en el poder, a Salinas y al PRI todavía les quedaba por vencer un gran obstáculo: la negativa de los partidos de oposición de aceptar la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari, que debía tener lugar el 1 de diciembre de 1988.
En aquel histórico año de 1988, la oposición y la ciudadanía cuestionaban duramente la "victoria " de Salinas de Grtari, se opusieron a que el candidato del PRI se sentara tan fresco en "Doña Leonor", como se le llama a la silla presidencial.
El PAN con su candidato Manuel J. Clouthier y el Frente Democrático Nacional, que fue una coalición de partidos y asociaciones de izquierda, que sostenía a Cuauhtémoc Cárdenas, exigían la apertura de los paquetes, es decir, el recuento total de los votos emitidos el 6 de julio de 1988 por los mexicanos, votos conservados en bultos en el Palacio Nacional, y vigilados por militares.
En aquella elección parecía que por primera vez el PRI no se saldría con la suya.
Unos días después de las elecciones, el 9 de julio de 1988, Manuel J. Clouthier protestaba en un "Manifiesto a la nación", por el fraude electoral del 6 de julio, (este documento apareció publicado en la revista del PAN "La Nación", bajo el título: Derrumbe histórico, sistema mudo.
Cabe mencionar que Clouthier jamás se declaró vencedor de los comicios, quizás por no haberlo sido, muy pronto olvidaría esas infladas palabras. Su partido el PAN al final se confabulo con Salinas, traicionando, no digamos al vencedor Cuauhtémoc Cárdenas y a todos los que habían firmado un pacto para defenderse de los fraudes priistas, sino simplemente a la verdad.
El Frente Democráticoe Nacional abandonó la votación en el Palacio Legislativo tras una larguísima sesión de 24 horas en que se decidía si Salinas tomaba o no posesión. El abandono de la tribuna por parte de los representantes del Frente fue en sí una forma de claudicar.
Finalmente Carlos Salinas de Gortari tomó posesión el 1 de diciembre de 1988.
Mucho se especuló sobre las razones que tuvo Cárdenas para atemperar la lucha popular en 1988, tras su evidente triunfo en las urnas. Mientras algunas organizaciones sugerían cambiar la defensa del voto por la creación de un nuevo partido político (PRD), otras se pronunciaban por la insurgencia, hasta las últimas consecuencias.
Cuauhtémoc Cárdenas optó finalmente por la desmovilización. Se dijo que con esta decisión, Cuauhtémoc canceló la oportunidad democrática por varias generaciones. Otros sostienen que al proceder de tal manera, Cárdenas salvó al país de una revolución sangrienta, donde el principal perdedor hubiera sido el pueblo.
La paz social que se vivió en el país a partir del 1 de diciembre de 1988 se debió no al talento de Carlos Salinas de Gortari, sino a la decisión tomada por Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano.
En nuestra actualidad algo parecido se vivió, en 2006 y 2012 Andrés Manuel López Obrador tuvo la oportunidad de orquestar una gran revolución para recuperar y hacer respetar el voto, sin embargo prefirió la paz. El tiempo le dio la razón, fue un gran acierto no soltar al "Tigre".