Todos los días son robados más de 5.5 millones de litros de combustible en todo el sistema de ductos de México.
Se calcula que Pemex ha perdido más de 8 mil millones de dólares por el huachicoleo entre 2009 y 2016.
Son conocidos como huachicoleros, los criminales que realizan la actividad del robo de combustible.
La practica del "huachicoleo" no es reciente, se tiene registro del robo de combustible desde hace más de 30 años. La ordeña comenzó a conocerse a partir del año 2000 con Vicente Fox, posteriormente empeoró en 2006 cuando Felipe Calderón declarará la guerra contra el narco. Su estrategia fallida contra el crimen organizado maximizó diversas actividades criminales, una de ellas: el robo de combustible. Actualmente con Enrique Peña Nieto este negocio ilegal, se fue a las nubes.
Los huachicoleros atacan los 40,000 kilómetros de ductos de Pemex. El robo de combustible se practica en casi todo el país, sin embargo Puebla y Guanajuato son los estados donde esta actividad deja las mayores ganancias.
En 2014 se descubrieron más de 5,500 tomas clandestinas en Puebla. Lugares como Acatzingo, Palmar de Bravo, San Martín Texmelucan, Tepeaca, Tecamachalco, Quecholac, entre otras, se ubican dentro del llamado "Triángulo rojo" o "El Triangulo del huachicol".
En los ultimos años Guanajuato se catapultó a la primera posición a nivel nacional en materia de tomas clandestinas, tan solo de enero a septiembre de este año, se localizaron 2,300.
Guanajuato es un territorio fértil para esta actividad, en este estado convergen tres de los poliductos más importantes que hay en el país: el Tula-Salamanca, el Salamanca-Aguascalientes-Zacatecas y el tramo Salamanca-León. Entre los tres delinean una red subterránea de 5 mil 550 kilómetros que permite el traslado de combustible de una región a otra.
El interés de varios grupos criminales por dominar el robo de combustible, llevó a Guanajuato a convertirse en uno de los estados más violentos del país, todo esto ha desencadenado balaceras y ejecuciones en Irapuato, Salamanca, Cortazar, Abasolo, Silao, León, Celaya y los Apaseos, municipios que integran “El Triángulo del Huachicol” o “El Triángulo de las bermudas”.
En esta zona el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel Santa Rosa de Lima libran una cruenta batalla por el control.
Aunque la mayoría de las tuberías están enterradas, se trata de una profundidad superficial, por lo que se puede excavar fácilmente con una pala hasta acceder a ellas. Los ladrones las perforan con taladros de alta potencia e instalan grifos para extraer el combustible. Incluso han excavado túneles alrededor de las tuberías para desviar el combustible con mangueras de goma hasta los camiones cisterna robados que estacionan lejos de la operación.
Pero, ¿Cómo realiza esta actividad?
Llegan cavadores al lugar donde hay señales de Pemex que advierten sobre la presencia de un ducto, sacan la tierra y dejan expuesta la tubería.
Despues llegan perforadores, o instaladores, quienes ponen una válvula de uso industrial bastante fácil de conseguir.
Posteriormente se perfora el ducto, se coloca la válvula, conectan ahí mismo mangueras que pueden medir 20 metros, para hacerlas llegar a las pipas o contenedores, o también, conectan mangueras de hasta 4 kilómetros, para que cuando Pemex detecte un ducto perforado, lleguen y no encuentren nada, ya que los huachicoleros desenterraron, conectaron y volvieron a tapar.
El botín se vende como pan caliente a las orillas de las carreteras, de puerta a puerta y a gasolineras que luego la revenden.
Diversas investigaciones han descubierto gran parte del combustible robado en Estados Unidos y en el sur de Centroamérica.
El arma principal de los grupos delictivos es la corrupción. Los trabajadores de confianza y el sindicato de Pemex están confabulados con los criminales, les facilitan información y datos para poder realizar la ordeña.
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