martes, 4 de abril de 2017

Pemexgate, Francisco Labastica y el corrupto PRI

La historia conocida como Pemexgate comenzo el 8 de junio de 2000, tres semanas antes de la elección en la que Vicente Fox del PAN se impuso a Francisco Labastida del PRI por la presidencia de la república.

Ese día, se giró el cheque de Petróleos Mexicanos (Pemex) por 640 millones de pesos a favor del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM).

Según el sindicato, el dinero fue usado para atender compromisos de carácter laboral, penal, fiscal y civil. 

Pero, en realidad los 640 millones de pesos llegaron a las arcas del PRI, en apoyo a la campaña fracasada de Labastida.

El 31 de mayo de 2000, Carlos Romero Deschamps, envió un oficio a Carlos J. Septién, director corporativo de Administración de Petroleos Mexicanos:

El cual decía: 

"Por este conducto, estamos solicitando, tenga a bien autorizarnos la cantidad de $640’000,000.00 (Seiscientos cuarenta millones de pesos 00/100 M.N.) como préstamo para solventar demandas laborales, civiles, penales y fiscales que existen en el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, para pagar en un plazo de 20 meses a partir del mes de noviembre del año en curso.

La petición fue atendida prácticamente de inmediato. El préstamo se formalizó el 5 de junio.

Al día siguiente, Juaristi mediante un oficio notifico la autorización del préstamo a José Antonio Manzur, gerente de Administración Financiera, y le pidieron “expedir el título de crédito” por los 640 millones de pesos. 

El cheque salió el 8 de junio. 

El mismo 8 de junio, se depositó el cheque por 640 millones de pesos en una sucursal del Banco Mercantil del Norte (Banorte).

Los 640 millones de pesos fueron retirados de Banorte mediante 14 cheques. 

Alonso Veraza López, asesor del subsecretario de Finanzas del PRI en ese tiempo, Alonso Bretón, contó, que a finales de mayo de 2000 su jefe lo instruyó para que, con otras personas, se ocupara de “recoger recursos destinados a actividades del partido”. 

Según Veraza, Bretón le dijo que “se requería gente de confianza para ese trabajo porque era mucho dinero”. 

El primer retiro fue por 100 millones de pesos y se hizo el 9 de junio, un día después de que se depositó el cheque de Pemex. 

El siguiente fue por 52 millones de pesos el 12 de junio.

El tercero por 48 millones, y así hasta sumar 500 millones.

El 9 de junio, Elpidio López López, director general de Ingresos y Egresos del PRI, le avisó a Cázares que ese día “le tocaba ir a recoger dinero, que sería como a las tres de la tarde y que iría acompañado de Andrés Heredia, el chofer y otros dos sujetos desconocidos”. 

El grupo salió del PRI, en una camioneta Cherokee color negro, escoltada por una Suburban.

Los dos vehículos llegaron y entraron al edificio de la Caja General de Banorte, contiguo a las oficinas de la empresa especializada en el traslado de valores. 

Esta operación, se realizó en tres ocasiones, siempre a la hora de la comida, entre las tres y las seis de la tarde, habiendo recogido en total unos 151 millones de pesos. 

Dijo, que en una ocasión parte del dinero fue a dar a la oficina de Cárdenas y parte a la oficina de Bretón, “misma que le fue entregada para realizar pagos de diversos conceptos”, entre ellos pago de nómina a “gente que trabajaba con Manuel Bartlett, lo cual se hacía a través de Pascual Juárez del Reyo, Arturo Núñez, Humberto Roque, Maximiliano Silerio Esparza; así mismo se pagaba el total o parte de la nómina general” del PRI y se asignaban recursos a organizaciones priistas como la CNC, CNOP y Fundación Colosio.

Cázares reveló también que llevaba un registro de sus actividades en un cuaderno. Anotaba, por ejemplo, la instrucción que le dio Bretón de entregarle 100 mil pesos “a Beatriz Paredes”, a quien en una ocasión posterior le hizo llegar 2 millones de pesos mediante Pascual Juárez del Reyo.

Andrés Heredia relató otra parte de la historia.

A las 11:30 horas del 8 de junio, el mismo día en que Pemex giró el cheque por 640 millones de pesos, Cárdenas Elizondo le avisó a Heredia que participaría en el retiro de los fondos y le presentó un documento de autorización suscrito por Aldana para que registrara su firma. 

Ante el “desconcierto y titubeo” de Heredia, Cárdenas le comentó que se trataba de dinero que el sindicato había obtenido “lícitamente” de Pemex.

Al día siguiente, se hizo el primer viaje del PRI a la caja de Banorte, bajo la custodia de oficiales del Estado Mayor Presidencial comisionados a la campaña de Labastida.

En la caja de Banorte recibieron los recursos, en bolsas de plástico, contaron los billetes, los colocaron en maletas de lona, “de colores azul, verde y negra”, subieron las maletas a la camioneta negra, y regresaron al punto de partida, es decir el estacionamiento del edificio tres del PRI.

Según Heredia, la operación se repitió en siete ocasiones, entre el 9 y el 20 de junio de 2000.

Heredia aportó además información sobre Nuevo Impulso. Aseguró que Francisco Labastida y Cárdenas Elizondo dictaban las órdenes dentro de la asociación civil. 

En primer lugar daba las órdenes el candidato, que asistía (a la oficina, en avenida Chapultepec) de regreso de cada viaje de campaña; “lo hacía normalmente por las noches y era para reunirse con el licenciado Jorge Cárdenas para la toma de decisiones”.

Por versiones de personal del departamento de Contabilidad, declaró Heredia, se enteró que los ingresos monetarios de Nuevo Impulso provenían de donativos de simpatizantes de Labastida “promovidos por el señor Eduardo Bours a nivel nacional” y depositados en las cuentas de la asociación, entre ellas la de Banamex sucursal Sevilla.

Y declaró que “otras personas del Comité Ejecutivo Nacional del PRI tenían conocimiento de que el dinero que recogían en el banco provenía de Petróleos Mexicanos; en algunas conversaciones con mis compañeros de trabajo Joel Hortiales y Melitón Antonio Cázares, éstos refirieron tener noticia de que varias personas del CEN del PRI tales como Dulce María Sauri y Carlos (Almada) López habían intervenido en la obtención de recursos de Pemex vía el sindicato petrolero para apoyar la campaña de Labastida”.

La misma fuente contó que en las negociaciones con Montemayor participaron también “algunos miembros del equipo de campaña del candidato, como eran Beatriz Paredes Rangel y Emilio Gamboa Patrón”.

Otro testimonio revelador es el de Francisco Serrano Segovia, empresario transportista que ha sido involucrado en actividades ligadas al narco. 

Manifestó que conocía a Labastida desde hacía más de 20 años y tenían “una estrecha relación de amistad”. 

Cuando Labastida contendía por la candidatura del PRI a la Presidencia, en 1999, Serrano le regaló una camioneta blindada de su propiedad, Jeep Gran Cherokee, color negro, modelo 1998, ocho cilindros, con placas del Distrito Federal, con la factura endosada en blanco para que estuvieran cedidos los derechos.

Serrano afirma, en su declaración ministerial, que Labastida le habló “para agradecerle el obsequio de la camioneta”, vehículo que se usaría unos meses después en el operativo de traslado de los famosos 640 millones de pesos al PRI.

Labastida negó el regalo de Serrano.

El uso preciso de los 640 millones de pesos según testigos fueron los siguientes: 

Unos 40 millones fueron empleados por la secretaría de Operaciones Políticas del PRI. 

Otra parte fue usada por la secretaría de Elecciones. 

Se entregaron unos 18 millones a Téodulo González para que a su vez los distribuyera a representantes de Operaciones Políticas de comités estatales, entre ellos los del Distrito Federal, Querétaro, Guanajuato y Chihuahua.

El origen del dinero se disimuló también con el falso sorteo “Milenio Millonario”, tramado por el PRI y en el que supuestamente se pusieron a la venta 25 mil boletos, cada uno con valor de 5 mil pesos. Pero los boletos nunca fueron vendidos al público, afirmó Cázares, “por lo que Alonso Veraza y Teódulo González contactaron a militantes de los estados, les enviaron dinero y les pidieron que lo depositaran en un banco, como si fueran las ganancias por la venta de los boletos”.

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