A Ramón Miranda no lo detuvieron por lavado de dinero. Un policía estatal lo detuvo afuera de un centro comercial en el municipio de Hermosillo por error: el dueño de una zapatería lo confundió con un cliente que minutos antes salió del establecimiento con un par de zapatos que no pagó. Miranda nunca hubiese hecho eso; el robo para él era un delito que debía pagarse con la vida. Pero, lo llevaron a la comandancia de la capital sonorense, donde insistió en su inocencia. Pese a todo, el zapatero lo acusó de robo y Miranda fue sometido a proceso penal. Aun cuando dio un nombre falso, ya en la cárcel fue reconocido por sus huellas dactilares y su ficha signalética como el operador financiero de Amado Carrillo Fuentes "El señor de los cielos", por el que la DEA ofrecía tres millones de dólares a quien proporcionara datos que llevaran a su captura.
Amado Carrillo no esta muerto confirmo Ramón Miranda. El capo radica en Estados Unidos como testigo protegido al servicio del FBI y la DEA.
Él pensaba que contar la historia de la falsa muerte de "El señor de los cielos" le iba a redituar algún beneficio ante las autoridades, pero lo máximo que logró fue no ser extraditado a Estados Unidos. Al contrario, afirmar que sabía de la nueva vida de Amado Carrillo Fuentes le valió para que lo sepultaran vivo en una prisión de máxima seguridad, donde no tenía ninguna privacidad: sus conversaciones por teléfono eran grabadas y su correspondencia revisada a conciencia.
Por instrucción oficial, a Ramón Miranda no se le permitía conversar con ningún interno, y cuando estaba fuera de su celda lo vigilaban dos guardias.
"El gobierno tiene miedo de que yo vaya a contar desde aquí, la existencia de Amado Carrillo Fuentes", dijo Miranda.
A eso atribuía las revisiones extremas a su celda cada dos días. De manera rutinaria llegaban cinco oficiales que le ordenaban salir de su estancia. Lo revisaban de lado a lado, hasta detrás de las orejas.
"Me tienen como muerto en vida, pero no me van a poder callar para siempre: un día voy a escribir la verdadera historia de cómo el narcotraficante más importante de México pudo burlar al gobierno mexicano. El apodo con el que todo el mundo conocía a "El señor de los cielos" no salió de ningún reportero, ni de ningún agente de la DEA. Ese mote se lo puso Manuel de Jesús Bitar Tafich, el jefe del área financiera. Yo trabajaba con Tafich, era hombre de sus confianzas. A mí me hacía encargos personales para Amado. Yo era el responsable de mantener las cuentas de su familia: la de su mamá y sus hermanas, las de algunas novias y amantes que tenia. También les hacia pagos a sus amigos que tenía en el gobierno federal. Cada mes Tafich me ordenaba que entregara dinero, a veces de forma directa y a veces en depósitos bancarios, a varias organizaciones de asistencia social. A Amado le gustaba dar ayuda a los grupos que cuidan a los ancianitos y a los huérfanos. Por eso decía Tafich que Amado Carrillo era "El Señor de los Cielos" en la tierra. Cada vez que me ordenaba depositar para los pobres, Tafich me decía: "El patrón es un verdadero santo". Así era, porque no sólo ayudaba orfanatos y asilos, sino también a las familias que podíamos ubicar y que habían sufrido la muerte de una de sus hijas o esposas", contó Ramón Miranda.
Fuente: Libro "Los Malditos 2, El Último Infierno, más historias negras desde puente grande" de J. Jesús Lemus.
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